Centenario de la pascua del beato Carlos De Foucauld
1858 – 15 de setiembre -1916

“La forma en la que el Hno. Carlos de Foucauld imitó a Jesús de Nazaret, nos ha seducido. Es la savia que hoy, alimenta a los que formamos su familia espiritual”.

 

El 30 de noviembre, la víspera del 1º de diciembre, fecha en la que las más de 20 fraternidades y asociaciones de fieles en el mundo recordamos su pascua, la Familia Espiritual en Uruguay nos reunimos en el CEDIDOSC para compartir nuestra experiencia y nuestra alegría de intentar vivir nuestra fe siguiendo a Jesús con la espiritualidad del Hermano Carlos.

 

¿Quién fue el beato Carlos de Foucauld?

Nació el 15 de setiembre de 1858 en una familia noble de Estrasburgo, Francia. Huérfano de padre y madre a los seis años, queda junto a su hermana a la tutela de su abuelo materno. Su infancia es triste, estudia en Estrasburgo, pierde la fe a los 16 años. En una oportunidad recuerda esa etapa de la vida diciendo: “Permanecí doce años sin negar ni creer nada”. Entra a la escuela de caballería de Saumur. Uno de sus jefes escribe de él: “Tiene distinción, ha sido bien educado, pero tiene cabeza ligera”.

 

Se niega a someterse a la disciplina, recuerda este tiempo como un período de indolencia y termina pidiendo la baja. Realiza una expedición a Marruecos disfrazado de judío. Los árabes produjeron en él una profunda impresión y se pone a aprender árabe. Le escribe a su amigo Henry de Castries: “El Islam me produjo un profundo cambio, la vista de esos hombres, que viven en continua presencia de Dios, me hizo entrever algo más grande. Me puse a estudiar el Islam y luego la Biblia”. En 1884, vuelve a Francia y prepara un informe sobre la expedición; busca paz y estabilidad.

 

Ora insistentemente diciendo: “Dios mío si existes, haz que yo te conozca”. Han influido en él los cristianos que lo rodean especialmente su prima María de Bondy y el abate Huvelin que lo invita a leer el Evangelio. Descubre que todo hay que encerrarlo en el mandamiento del amor y que Jesús eligió el último lugar, que nunca le será quitado. “En cuanto supe que había un Dios, comprendí que no podía hacer otra cosa que vivir para él”, escribe más tarde.

Emprende una peregrinación a Tierra Santa en 1888 y allí toma conciencia de la vida oculta de Jesús en Nazaret. Ingresa en la Trapa de Nuestra Señora de las Nieves en 1890. Le aconsejan que se prepare para el sacerdocio, pero se pregunta si eso no lo iría a alejar del último lugar. Sin embargo, lo envían a estudiar Teología a Roma. Entonces sale de la Trapa, buscando siempre el último lugar y la vida de Nazaret.

 

Es sirviente de las Clarisas de Nazaret. Reza mucho al pie del Santísimo, medita el Evangelio, se convence de hacerse sacerdote para llevar a Dios a los más abandonados. Viaja a Francia para prepararse y ordenarse; mientras tanto piensa en una nueva regla de ermitaños. Es ordenado sacerdote el 9 de julio de 1901 en Viviers, Francia. Piensa establecerse en Marruecos, pero ante la imposibilidad de hacerlo se establece en Beni-Abbés, al sur de Argelia, allí celebra su primer Misa. Recibe la autorización de las autoridades francesas para establecerse allí, lo ayudan a construir una ermita. Planifica una huerta para trabajar con sus manos.

Busca amistad y confianza, sin embargo los franceses lo avergüenzan, les dice: “Encabezan los documentos con las palabras: Libertad, Igualdad y Fraternidad, pero toleran la esclavitud”. Expresa: “No podemos ser perros mudos”, y hace gestiones para hacer frente a ese escándalo.

Lo invitan a acompañar expediciones en la zona, esto lo consulta con su director espiritual el p. Huvelin, que le responde: “Vaya adonde le impulse el Espíritu”. Realiza largas marchas caminando en el Sahara, escribe numerosas cartas al abate Huvelin, a su familia y amigos. Al fin en 1905 se establece en Tamanrasset, buscando el  lugar: “Más útil para el prójimo”. Tiene como modelo, a pesar de los defectos que les reconoce, a las fraternidades musulmanas o zaouias. Se convierte en consejero de Moussa ben Amastane. Trabaja en la promoción de las poblaciones y su cultura; emprende la traducción al tuareg del Evangelio y la redacción de un diccionario.

 

Sueña con la presencia de laicos cristianos que evangelicen como los compañeros de San Pablo: Aquila y Priscila. Quiere hacer el apostolado de la bondad y presentarse como hermano universal. Se enferma en época de sequía y los tuaregs recorren kilómetros buscando cabras que le den leche para alimentarlo, ésta será su segunda conversión: ahora no está dando sino recibiendo.

 

En sus últimos años viaja, acompañado por algunos de sus amigos indígenas, a Francia y se ocupa de una asociación o cofradía, formada por cristianos evangelizadores en la que pone sus esperanzas. A pesar de todos sus esfuerzos e iniciativas siempre estuvo solo. El 1º de diciembre de 1916, traicionado por uno de los que él había ayudado, es apresado y maniatado por una banda de senusistas. Mientras se dedican al saqueo, un muchacho le vigila, nervioso al creer que llegan los soldados, le da muerte de un disparo en la cabeza. Su cuerpo queda en la arena del desierto como un grano de trigo que muere para dar fruto.

 

Los frutos crecen

El grano de trigo que cayó en la tierra ha fructificado. Desde entonces y hasta ahora, a pesar del aparente fracaso de aquella vida ofrecida y compartida en el servicio a poblaciones árabes en la inmensidad del Sahara, ha provocado y suscitado en la Iglesia multitud de iniciativas de hombres y mujeres que eligen vivir su relación con Dios y con los demás inspirados en Nazaret, el carisma espiritual de Carlos de Foucauld.

 

Las grandes intuiciones y propuestas que brotan de su vida y su trabajo misionero siguen siendo inspiradas y muy adecuadas para anunciar el evangelio de Jesús de Nazaret en esta coyuntura del mundo y de la Iglesia. En distintas ocasiones el papa Francisco ha citado de manera explícita la figura de Foucauld. En la víspera de la apertura del Sínodo de la Familia dijo textualmente: “Charles de Foucauld, contemplando a la Familia de Nazaret, entendió que no se crece en el amor de Dios evitando la servidumbre de las relaciones humanas, porque amando a los otros es como se aprende a amar a Dios; inclinándose al prójimo es como nos elevamos hacia Dios. A través de la cercanía fraterna y solidaria a los más pobres y abandonados entendió que, a fin de cuentas, son precisamente ellos los que nos evangelizan, ayudándonos a crecer en humanidad”.

 

Las intuiciones del Hno. Carlos son llamadas proféticas, que miran la realidad con ojos esperanzados y nos hacen apostar por un futuro nuevo. Son intuiciones nacidas al calor de su amor apasionado por Jesús, de sus largas horas de trato íntimo con Él, y del conocimiento real de las personas sencillas con quiénes convivió y a las que sirvió. Son llamadas que nos convocan a una mayor fidelidad al Evangelio, a cambiar nuestro estilo de vida y caminar hacia otro modelo de Iglesia y de evangelización.

Nazaret tendrá que ser para la Iglesia:

* Tiempo de aprender a escuchar a Dios que nos sale al paso, nos habla y nos llama  en la profundidad de nuestra vida y de la historia.

* Llamada urgente a humanizarnos, en la escuela de Nazaret aprendemos el valor divino de todo lo humano, a crecer y madurar a la manera de Jesús.

* Llamada a bajar, saltar el muro del templo para bajar a la calle; hacernos pueblo, pobres y amigos.

* Conmovernos, participar de las alegrías y los sufrimientos, las luchas y esperanzas del pueblo.

* Evangelizar con la propia vida. Decía el Hno. Carlos: “Toda nuestra existencia, todo nuestro ser debe gritar el Evangelio sobre los tejados. Toda nuestra persona debe respirar a Jesús. Todos nuestros actos y toda nuestra vida deben gritar que somos de Jesús, deben presentar la imagen de la vida evangélica. Todo nuestro ser debe ser reflejo de Jesús, perfume de Jesús, algo que grite a Jesús…”

 

Una espiritualidad para celebrar

En 1933 comienzan a constituirse las primeras Fraternidades: congregaciones religiosas, femeninas y masculinas, asociaciones de laicos y de sacerdotes: hoy más de 20 grupos intentan vivir el seguimiento de Jesús según su espiritualidad. Fue beatificado el 13 de noviembre de 2005 en Roma.

Hoy podemos confirmar la actualidad y la necesidad de su espiritualidad en nuestro medio. Más de 60 personas participaron de la velada-encuentro del día 30, percibiendo al finalizar la misma el impacto que causó en quiénes no le conocían, y la reafirmación de la vigencia de su mensaje en quiénes año a año, en esta fecha, lo celebran como en quiénes intentan seguir a Jesús a su manera.

 

La Celebración Eucarística del 1º de diciembre, en la Parroquia Sagrada Familia, se vivió en un clima muy festivo con la comunidad parroquial y muchos seguidores de su espiritualidad venidos de muchos barrios de Montevideo, laicos, religiosos y sacerdotes. Estuvo presidida por Mons. Orlando Romero, obispo emérito de Canelones, acompañado por el P. Jorge Techera, Pablo Bonavía y Pablo Maguna[1].

 

La Familia Espiritual del Hno. Carlos en Uruguay está hoy  presente:

– en el Chuy, Rocha: las Hermanitas de Jesús

– en Montevideo, Salto y Colonia: la Fraternidad Secular

– en Montevideo, San Carlos (Maldonado) y Florida: la Asociación de Fieles “Fraternidad Carlos de Foucauld”

– Fraternidad Sacerdotal: Un sacerdote uruguayo en Brasil y otro en el Hogar Sacerdotal.

– en Montevideo: Unión Sodalidad.

La Familia Espiritual del Hno. Carlos en Uruguay está hoy  presente:

– en el Chuy, Rocha: las Hermanitas de Jesús

– en Montevideo, Salto y Colonia: la Fraternidad Secular

– en Montevideo, San Carlos (Maldonado) y Florida: la Asociación de Fieles “Fraternidad Carlos de Foucauld”

– Fraternidad Sacerdotal: Un sacerdote uruguayo en Brasil y otro en el Hogar Sacerdotal.

– en Montevideo: Unión Sodalidad.

– Fraternidad Sacerdotal: Un sacerdote uruguayo en Brasil y otro en el Hogar Sacerdotal.

Saludo del papa Francisco a la familia espiritual

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En ocasión del 100º aniversario de la muerte del Bienaventurado Carlos de Foucauld, la Secretaría de Estado del Vaticano, declaró:

Su Santidad el Papa Francisco se une de corazón a la acción de gracias de los responsables y miembros de los grupos que se inspiran de su espiritualidad.

El Santo Padre desea que siguiendo la intuición del Bienaventurado, el espíritu de Nazaret pueda iluminar la vida y las relaciones cotidianas y ordinarias de numerosas personas.

Que el ejemplo de aquel que, siguiendo a Jesús, quiso ser el “hermano universal”, abierto a la acogida de todos, pueda ayudar a descubrir, en el respeto de la tradición religiosa de cada uno, la importancia de la proximidad con los más pobres y los más abandonados para crecer en humanidad. “Cada cristiano debe mirar a todo ser humano como un hermano muy amado”, él escribe.

En efecto, para él, es amando a los otros que se aprende a amar a Dios. “El amor a Dios, el amor a los seres humanos, es toda mi vida, y será, así lo espero toda mi vida” (24 de abril 1890).

Que el testimonio del Hermano Carlos de Jesús, de una vida humilde y escondida, dada totalmente al servicio de los demás, incite a los jóvenes a discernir el llamado del Señor y a responderle alegremente dejando todo para seguirlo, ¡libres del deseo de riqueza y de poder!

Confiando en su intercesión, en el año Jubilar de la Misericordia, la paz y la reconciliación entre los pueblos, el Santo Padre envía de todo corazón la Bendición apostólica a todas las personas que viven de su espiritualidad como también a las que se benefician de su irradiación.

Desde el Vaticano, 22 de junio 2016

Cardenal Pietro Parolin / Secretario de Estado de Su Santidad

 

[1] Aconsejamos mirar en la web el video que aparece en página de la Familia Espiritual Carlos de Foucauld – España. Ir a multimedia y allí al video.