Desafíos de la Educación ante el Congreso Nacional

TENSIONES Y DEAFÍOS 

Nuestro sistema educativo necesita explicitar y abordar tensiones no resueltas, que son las que nos están impidiendo avanzar en la construcción de acuerdos. Estas tensiones se dan entre derechos fundamentales que son legítimos y se deben respetar, pero que entran en conflicto. Abundante documentación disponible muestra que a lo largo de decenios se han ido dibujando dos modelos educativos a los que hemos denominado neoliberal/conservador y progresista/socialista. Los defensores de cada uno de esos modelos han caricaturizado al otro, con lo cual los debates con frecuencia no se producen sobre problemas reales, sino sobre deformaciones interesadas del contrario, para facilitar la argumentación. Por ello, nos parece imprescindible hacer un trabajo de de-construcción de tópicos y descubrir la raíz de las tensiones y la necesidad de buscar soluciones de síntesis más potentes.

 Estas tensiones no se pueden eliminar, porque los dos polos son legítimos. La única solución es convertirlas en motor de progreso y no en intentar conseguir la victoria de uno de los polos, porque eso nos condena a un destructivo hacer y deshacer. Necesitamos un poderoso pensamiento dialéctico que no pretenda anular ni la tesis ni la antítesis, pues ambas pueden ser legítimas, sino intentar superarlas.

Podemos expresar esas  tensiones de nuestro  sistema educativo en tres bloques: El primero tiene que ver con la calidad educativa, el segundo con el modelo de educación pública, el tercero con la gestión de los centros.

Referidas a la excelencia educativa:

. Tensión entre calidad y equidad: Un sistema educativo debe aspirar a la excelencia, lo que significa ser capaz de aunar calidad con equidad. La calidad puede concretarse en cinco objetivos:

  • Facilitar el desarrollo educativo óptimo de cada uno de los alumnos.
  • Dotarles de las herramientas cognoscitivas, emocionales, culturales y ejecutivas necesarias para su futuro (llámense competencias o capacidades).
  • Fomentar comportamientos cívicos adecuados.
  • Preparar para la inserción en el mundo del trabajo.
  • Respetar todos los derechos implicados en la educación, los que corresponden a los padres y los que corresponden a la comunidad.

Por su parte, la equidad implica:

               –      la igualdad de oportunidades,

              –      la educación inclusiva que cuide de cada alumno individualmente,

               –      el esfuerzo de todos los agentes sociales para limitar el impacto de la procedencia socioeconómica sobre la educación,

              –   la evaluación entendida dentro de un modelo de justicia pedagógica, que abre caminos para todos los alumnos.

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Extracto-síntesis de “Papeles para un pacto Educativo” J.A.Marina;C.Pellicer;J.Manso

. Tensión entre modelo inclusivo/comprensivo y modelo diferenciado: Para conseguir la excelencia, un sistema educativo debe cuidar tanto la calidad como la equidad. La escuela inclusiva –que ofrece una educación personalizada, y atiende a las diferencias de los alumnos– parece ser el mejor método para conseguirlo. La escuela inclusiva ha de tener la flexibilidad y pluralidad necesarias para atender a las necesidades de todos los alumnos, sea cual sea su origen, nivel cultural o intelectual.

Referidas al modelo de educación pública:

. Tensión entre las competencias educativas del Estado y los derechos de las familias:            Es responsabilidad del Estado garantizar el pleno respeto y cumplimiento del derecho a la educación, lo que implica: el mantenimiento de un sistema educativo de excelencia, es decir, que aporte calidad y equidad a todos los ciudadanos y que respete el derecho de los padres a elegir la educación de sus hijos. El cumplimiento de ambos derechos debe estar bajo el control democrático de la sociedad.

. Tensión entre la gestión social y la gestión estatal del sistema educativo. La idea de un “Estado promotor” que se encargue de garantizar, gestionar directamente o de promover y evaluar la cooperación de entidades privadas de carácter no lucrativo, permite una ampliación de lo público más allá de lo estatal. La escuela pública, por lo tanto, es aquella que tiene fines públicos, y tiene la supervisión del Estado, a quien corresponde la fijación de estándares y la evaluación, pero que puede ser gestionada no solo por la Administración Pública, sino por la iniciativa social, cuando los bienes que aporte a lo público así lo aconseje. La inclusión en el sistema educativo de “organizaciones del tercer sector” no lucrativas, puede aumentar la eficacia y amplitud del sistema público.

. Tensión entre una concepción laica de la enseñanza  y el derecho de los padres a elegir la educación de sus hijos.

Lo que busca la laicidad es evitar que una verdad se imponga sobre las otras por la fuerza o el poder del Estado, poco importa que esa verdad sea religiosa o ideológica. El poder del Estado,  en una sociedad democrática ha de ser neutral para garantizar la igual libertad ética de sus ciudadanos y ciudadanas.

Pero al mismo tiempo debe posibilitar el derecho de los padres a elegir la educación para sus hijos, según sus convicciones y creencias, reconociendo las potencialidades de verdad que éstas contienen y el derecho de las personas y los grupos a hacer presentes, por valiosas, sus tradiciones, ritos y lenguajes en un ámbito tan central como es la educación, la gran transmisora de la cultura de un pueblo. Es así, que desde la laicidad positiva y la claridad en las propuestas, la educación es considerada como espacio privilegiado para el necesario diálogo de identidades distintas.

. Tensión entre el currículo nacional y las necesidades  educativas locales.  Es obligación del Estado garantizar un sistema educativo que consiga la calidad y la equidad para todos los alumnos, sea cual sea el lugar (barrio o ciudad) en que residan. La necesidad de coordinación exige un currículum básico común, pero la conveniencia de una mayor flexibilidad y personalización de las enseñanzas aconseja que se dé lugar a una mayor libertad  en los centros de enseñanza para realizar su proyecto curricular.

 

. Referidas a la gestión de los Centros

. Tensión entre el respeto a la autonomía de los centros y el control de la Administración.

Para cumplir sus objetivos de calidad y equidad, el sistema educativo necesita conceder más autonomía a los centros, en la planificación curricular, en la gestión del personal y en la gestión económica.  La descentralización en la gestión debe ir acompañada de una centralización en el rendimiento de cuentas y en la evaluación de los resultados.

. Tensión entre la participación democrática en la gestión de los centros educativos y la profesionalización de la dirección.

El Director ha de ser el catalizador del Proyecto de Centro, el dinamizador y líder pedagógico del equipo docente, y al mismo tiempo, el articulador de la participación activa de la comunidad, buscando los caminos para abrir la escuela hacia la sociedad.

 

CUATRO TRNSFORMACIONES IMPOSTERGABLES

Primera transformación: currículo y metodología

El currículo es componente esencial del proceso educativo. La complejidad del cambio de época en el que estamos viviendo, hace necesario redefinir el currículo tradicional, anclado en el siglo XIX, entendido como programas de contenidos listados que han de ser retenidos y “memorizados” en un currículo inspirador y generador de aprendizajes profundos y sostenibles que permitan desarrollar habilidades para la vida.

Transformar el currículo desafía a repensar su finalidad: ¿qué es necesario aprender para que el aprendizaje capacite a las personas para afrontar la diversidad de situaciones  de la vida cotidiana en un mundo complejo y cambiante? Un currículo que sea valioso para los aprendices, con aprendizajes que tengan alta significatividad  e importancia para su vida.

Nuestras posibilidades de realización social y personal, de construcción de ciudadanía responsable y global, en definitiva, nuestras posibilidades de una vida plena y feliz dependen del aprendizaje y desarrollo de, al menos, cuatro grande capacidades que deberían pautar la construcción del nuevo currículo:

  • Capacidad de comprender e interpretar el mundo en el que vivo. Ir más allá de lo inmediato, lo aparente o superficial, para “leer dentro”: dentro de los acontecimientos, dentro de las personas… Inteligencia, del latín “intus legere” es esa capacidad de leer dentro, comprender, interpretar, explicar…
  • Capacidad de tomar buenas decisiones, ser capaz de “elegir entre” (inter eligere). En nuestra vida tenemos, necesariamente que elegir, tomar decisiones y en ello, sin duda, se juega en gran medida nuestra felicidad. Las encrucijadas, como decía Kirkegard, nos ubican ante el “vértigo de las posibilidades”. La inteligencia es esa facultad que nos permite deliberar, discernir. Ello implica aprender a valorar, a anticipar consecuencias y dibujar escenarios posibles.
  • Capacidad de adaptarse a entornos distintos. La inteligencia nos da la capacidad de elaborar competencias, (habilidades y herramientas) para vivir en contextos y situaciones muy disímiles y esas herramientas se aprenden. Esta capacidad hace posible la construcción de la inteligencia colectiva, del bagaje cultural, de la acumulación de la experiencia y los saberes.
  • Capacidad de resolver problemas complejos. En la vida no existen las asignaturas, sino que encontramos problemas a resolver, proyectos a desarrollar, productos a crear, servicios a realizar… y todos ellos son realidades multifactoriales que necesitan de una inteligencia multi e interdisciplinar, para elaborar soluciones verosímiles a problemas complejos.

La construcción de estas capacidades otorga sentido a los saberes, al aprendizaje de contenidos en función de la adquisición y desarrollo de las competencias necesarias para la vida. Esta necesaria transformación del currículo, no supone en absoluto la supresión de las asignaturas, sino su jerarquización poniéndolas al servicio del aprendizaje integral del individuo y concibiéndolas básicamente como herramientas de pensamiento. Supone sí, superar el estereotipo áulico de asignatura, priorizando estrategias y proyectos interdisciplinarios para una propuesta educativa relevante y pertinente a las necesidades de la sociedad, de los estudiantes. Supone sí, diseñar situaciones de aprendizaje abiertas a una articulación de diversas metodologías interactivas que tienen  como elementos fundamentales el aprendizaje experiencial, el pensamiento crítico y creativo, el enfoque interdisciplinar, el aprendizaje cooperativo, pensamiento de diseño, gamificación, aprendizaje conectado etc.

Segunda transformación: Rol del alumno / Rol del profesor

Preparar a nuestros estudiantes para una ciudadanía activa en este mundo complejo implica fomentar su competencia global mediante el desarrollo de las capacidades básicas asociadas a ella como las formuladas por Verónica Boix-Mansilla y Anthony JacKson en “Preparing our Youth to Engage de World”:

  • Investigar el mundo más allá de su ambiente inmediato, enmarcando problemas significativos y conduciendo una investigación bien estructurada apta para su edad.
  • Reconocer perspectivas, las de otros y las de ellos mismos, articulando y explicándolas de forma inteligente y respetuosa.
  • Comunicar ideas de manera efectiva a diversas audiencias para crear puentes a través de las barreras geográficas, lingüísticas, ideológicas y culturales.
  • Tomar acción para mejorar las condiciones, viéndose a ellos mismos como autores y protagonistas en el mundo y participando reflexivamente.

Para lograr estas capacidades nuestro sistema educativo está desafiado a cambiar el foco centrado en la enseñanza, las asignaturas y la acumulación de contenidos conceptuales y ponerlo en el aprendizaje y las diversas vías de acceso al conocimiento. Este cambio implica, necesariamente poner al estudiante en el centro del aprendizaje y reconocerlo como protagonista del mismo. Esta opción lleva consigo la transformación de su rol en la relación educativa. Hacemos del educando el centro del quehacer educativo e institucional en la medida en que personalizamos las propuestas, diseñamos experiencias significativas en función de sus búsquedas y hacemos converger todas las intervenciones educativas para la formación integral.

Hacemos del educando protagonista activo de sus aprendizajes cuando, a través la planificación y de las opciones metodológicas, el currículo garantiza situaciones de aprendizaje, contextualizadas y personalizadas que estimulan y permiten al aprendiz ser cada vez más autónomo en su itinerario educativo:  estableciendo objetivos y eligiendo estrategias; planificando el trabajo; tomando decisiones en cuanto a las vías de acceso a los conocimientos;  autoevaluando el proceso y los resultados, contrastados  con los compañeros y con el docente para obtener elementos que le posibiliten el diseño de un plan de mejora.

Simultáneamente a esta transformación del rol del alumno ha de darse también la necesaria transformación del rol del profesor, ya que la interacción entre ambos es vital en el proceso de aprendizaje. Desde la convicción de que es el alumno el protagonista de su aprendizaje el rol del profesor es, esencialmente, el del facilitador que modela y tiende puentes entre el conocimiento y los talentos,  habilidades de sus alumnos. En esta perspectiva el rol docente se construye y realiza en la articulación de varias dimensiones:

  • Es un “diseñador” de experiencias de aprendizaje “con sentido” para los contextos concretos, las inteligencias y los intereses de los estudiantes.
  • Es un “orientador” que conociendo dónde se encuentran sus alumnos en el proceso de aprendizaje e identificando criterios de avance para que alcancen nuevas metas de conocimiento, los orienta en su crecimiento, en su aprendizaje, en su relación con los demás, en su desarrollo socioemocional…
  • Es un “experto” que, interdisciplinarmente con sus colegas, es responsable de planificar y llevar a cabo diferentes proyectos aúlicos.
  • Es un “educador” responsable del  crecimiento integral de sus educandos, mediador, consejero, articulador, aportando estrategias para el aprendizaje y la convivencia.
  • Es miembro de un equipo, lo que propicia el trabajo multi e interdisciplinar, el aprendizaje basado en proyectos, la reflexión compartida sobre la práctica docente…

Todo lo anterior requiere de una re-conceptualización del rol del docente y, por lo tanto de su formación. Es también urgente un cambio radical en los actuales mecanismos de asignación de docentes o de “elección de horas” ya que tal y como hoy está planteado generan prácticas de enseñanza itinerantes con fragmentadas dedicaciones en centros y tareas, así como la imposibilidad de arraigo de las personas a un proyecto de centro (especialmente en la enseñanza secundaria).

Tercera transformación: el rol del Centro Educativo

Para cumplir sus objetivos de calidad y equidad, un sistema educativo necesita conceder la adecuada autonomía a los centros, en la planificación curricular, en la gestión del personal y en la gestión económica. La flexibilidad, la variedad de ofertas educativas, la innovación, la transformación de los Centros en comunidades que aprenden permitiría resolver muchas de las tensiones actuales entre equidad y calidad, entre educación para todos e indicadores de logro. Esta necesaria autonomía de gestión curricular y administrativa implica un equipo de dirección muy competente y emprendedor. El Director tendría que ser el catalizador del Proyecto de Centro, el dinamizador y líder pedagógico del equipo docente, y quien buscara los procedimientos para atraer a la escuela recursos del entorno y para sacar la escuela hacia la sociedad. Fomentará un liderazgo colaborativo distribuido en diversas dimensiones y niveles. Los directores podrían, incluso, determinar las características de las plazas que resultaran vacantes en su Centro.

En el paradigma llamado “Efecto Establecimiento se afirma: la educación de calidad es resultado del establecimiento educativo de calidad. Es la comunidad educativa -como un todo- el sujeto agente de la educación; desde la diversidad de roles y tareas y en la integración participante de todos sus miembros a un Proyecto común que implica:

  • un Proyecto Educativo Institucional desarrollado en un Proyecto Curricular con objetivos claramente formulados,
  • una dirección con liderazgo en la toma de decisiones y en el impulso de proyectos institucionales,
  • una gestión eficiente, a cargo de  equipos directivos estables capaces de visión estratégica y basada en el liderazgo participativo y el trabajo colaborativo,
  • una cultura institucional construida sobre la idea de Comunidad Educativa,
  • unos valores claramente explicitados y compartidos por toda la institución,
  • unas relaciones de cooperación entre los distintos estamentos,
  • una concepción de los educandos y sus  familias como “usuarios-participantes” del servicio;  protagonistas de su proceso educativo y actores activos en la vida y construcción de la comunidad educativa,
  • una fuerte sensibilidad y escucha institucional hacia las opiniones de los distintos actores,
  • una alta expectativa de todos respecto a los logros y  rendimiento de los educandos,
  • una comunidad educativa y académica centrada en el aprendizaje.

El eje vertebrador del centro educativo en cuanto sujeto que educa, es el Proyecto de Centro como unidad que puede y debe ser controlada,  pero  que debe tener la identidad y autonomía suficientes para desarrollar todo su potencial creativo y para responder ajustadamente a las necesidades contextualizadas de sus educandos.

Este protagonismo del Centro se desarrolla sobre la base de la unidad en la diversidad. La homogeneidad es enemiga de muchas cosas, entre ellas de la creatividad, la innovación,  la eficacia en términos educativos,  la calidad y los buenos resultados.  Pero, sobre todo, lo es de la equidad: tratar igual a los que son diferentes, no es solo un grave error pedagógico, sino que viola los derechos de las personas y en particular de los niños y jóvenes, generando inequidad y profundizando las desigualdades. Somos conscientes de la dificultad que implica alcanzar la justicia, pero estamos convencidos  de que el respeto a la diversidad, posibilita  la construcción de equidad y es posible desde la justa libertad y autonomía del centro educativo.

Cuarta transformación: la evaluación

La evaluación es siempre una recopilación de información en función de decisiones a tomar en dos sentidos: social (calificar, habilitar, acreditar…) y pedagógico (regular el proceso de aprendizaje) En este segundo sentido es necesario reflexionar sobre la evaluación en cuanto herramienta para la mejora del aprendizaje para el alumno, así como la mejora de la enseñanza para el profesor. Estaríamos, en esta enfoque hablando, no tanto de evaluación del aprendizaje sino, más bien, de evaluación para el aprendizaje.

Así entendida, la evaluación es un proceso para comprender lo que sucede y por qué, para reconocer errores y facilitar la rectificación, para mejorar el aprendizaje… y no para sancionar. La evaluación debe generar evidencia sobre las competencias, la comprensión, el conocimiento, en función de la mejora continua.

Como mejora del aprendizaje, la evaluación ha de hacer que este sea visible para el aprendiz; ha de fomentar un aprendizaje reflexivo que se autorregule; ha de comunicarlo a la familia y a la sociedad. Como mejora de la enseñanza, la evaluación ha de facilitar al docente ajustarse mejor a las diversas necesidades de sus alumnos; ha de fomentar en él una enseñanza crecientemente reflexiva; ha de mejorar la capacidad del centro educativo de alcanzar altos niveles de logro en sus estudiantes.

Esta cultura de evaluación se centra en la lógica del que aprende, forma parte del proceso de aprendizaje, reflexiona desde el potencial educativo de las herramientas con que se realiza y exige una revisión sobre el qué, cómo y para qué se evalúa.



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