Un poco sobre Metodismo

“El mundo es mi parroquia”, afirmó Juan Wesley, fundador del metodismo, en la Inglaterra del siglo XVIII. La intención de Wesley al formar e incentivar grupos era reformar la decadente Iglesia de su tiempo. Su preocupación primordial: servir plenamente a Dios, siendo la santificación[1]el objetivo de la redención y de la vida cristiana. Y la fe el único camino para alcanzarla, una fe viva, vivida y no una mera aceptación oral de las doctrinas de la Iglesia.

Las convicciones de Wesley

La Biblia, la Tradición, la Experiencia, la Razón y la Naturaleza-Creación eran las fuentes fundamentales de la  Teología, la frase soy yo un hombre de un solo libro… muestra  de forma clara la gran importancia que él le daba a las  Escrituras, evitando la interpretación literal de las mismas.

Los grupos formados en el movimiento metodista naciente se destacaron por:

  • la conversión personal, el reconocimiento de Jesucristo como Señor y Salvador que lleva a cambiar la forma de vivir tanto en lo individual como en lo comunitario;
  • por su pasión evangelizadora, proclamando la Buena Nueva de Jesucristo para todas las personas;
  • la formación, organización y multiplicación de grupos (sociedades, clases) para oración, estudio de la Biblia y acción delante de las realidades de la época, sirviendo en y hacia la comunidad;
  • la constante participación laica y formación de liderazgo;
  • el servicio como expresión de fe reconocido como parte de la espiritualidad;
  • el uso de un lenguaje entendido por quienes se acercaban;
  • el compromiso y la disciplina constantes, pensando en toda la Creación en su integralidad;
  • por el ejercicio de una fe que no debe limitarse a las palabras sino que debe reflejarse en las acciones, “cristianismo práctico que tiene como fuente de conocimiento a Dios, a la Naturaleza, a la Razón, a la Tradición, a la experiencia cristiana, a la vivencia de la comunidad de fe, siempre confrontadas por el testimonio bíblico, que es el elemento básico de la revelación divina, interpretada a partir de Cristo” (del Plan para Vida y Misión de la Iglesia Metodista en Brasil – 1982).

Llegada al Uruguay

Lo que nació como movimiento (dentro de la Iglesia oficial de Inglaterra), como tal se multiplicó por el mundo de diversas maneras y en 1884 se hizo Iglesia en los Estados Unidos. Al Uruguay el metodismo llegó en 1836 a través de visitas misioneras desde Buenos Aires. En 1868 se inició todo el proceso de instalación formal, concluido en junio de 1878.

Por tanto, hace más de 279 años (en Inglaterra) y 139 años (en Uruguay) que para los/las metodistas la vida cristiana -comunitaria y personal- es la expresión verdadera de su experiencia personal con Jesucristo como Señor y Salvador. Esta opción requiere disciplina y  compromiso. El ser cristiano/cristiana significa asumir cambios en la vida personal y comunitaria que reflejen el nuevo nacimiento en Cristo. Nueva vida en la cual el amor a Dios y al prójimo son elementos fundamentales.

Al mirar hacia aquel tiempo -Montevideo de 1878- a través de los documentos de la época, seleccionando informaciones e historias dentro de la historia metodista en el Uruguay, nos damos cuenta del trabajo intenso y la fuerza de la fe de aquellos  hermanos y hermanas.

Una de las fuentes importantes de información que tenemos es el periódico “El Evangelista” iniciado por Tomás B. Wood en 1877. El primer ejemplar fue publicado el 1 de setiembre del mismo año y se autodefinió como Órgano de la Verdad Evangélica en las Repúblicas del Plata. Este periódico circulaba en Uruguay, Argentina y Paraguay.

En el primer artículo del primer número se puede encontrar el objetivo del periódico: Su objeto es promover la causa del Evangelio de Jesucristo, exponiendo, ilustrando y defendiendo las grandes verdades, principios y prácticas del cristianismo. El Evangelista, en el lleno de su misión, buscará particularmente acomodarse a nuestra época y a nuestras circunstancias… El Evangelista, como el órgano de la verdad evangélica en el Río de la Plata, procurará evitar toda rutina, tomando siempre el rumbo más directo hacia los fines a que conducen sus deseos y esfuerzos de los amigos de la verdad en estos países.

Leyendo muchos de los artículos del año 1877 y parte de 1878, podemos observar que el editor y su equipo cumplieron fielmente con el objetivo. Son interesantes y al mismo tiempo impresionantes la profundidad, el contenido y el tono de lo allí escrito.

Los temas tratados en muchos de los textos muestran la posición diferente y fuerte que tenían los evangélicos delante de una comunidad oficialmente católica. Entre ellos destacamos: la cuestión Domingo (abrir o no el comercio los domingos), la Instrucción Pública, los deberes del cristiano para con el mundo, la Iglesia de Roma y la República, análisis y refutación de la crítica del Dr. Soler sobre el protestantismo, Junta de Guías del la Iglesia Metodista Episcopal (29/12 1877), Reglamento para la Asamblea de 1878.

Aquellos pioneros y pioneras

Entre las noticias encontramos, en el primer número, el programa de actividades, registrando el importante trabajo evangelizador y políglota que se realizaba, entre los uruguayos y extranjeros:

Todos los domingos se celebra el culto divino y la predicación del Evangelio en la Iglesia Evangélica, calle de los 33, número 266, como sigue:

  • En idioma inglés a las 12 del día.
  • En idioma español a las 7 y media de la noche.
  • A la una de la tarde tiene lugar la Escuela Dominical, en el mismo punto, para adultos así como para niños y sin referencia al idioma, pues tiene clases en español, inglés y francés…
  • A las 3 de la tarde tiene lugar otra Escuela Dominical en la calle Valparaíso, número 12, distrito de la Aguada.
  • Todos los martes, a las 7 y media de la noche, hay una reunión en la Iglesia Evangélica, para oración y exposición de los deberes y privilegios del cristiano.
  • Las noches del jueves tiene lugar una reunión para oración, en el idioma inglés. Se reúne en casas particulares mudándose de semana en semana…
  • En la Iglesia Anglicana, al pié de la calle de los 33, se celebran los servicios religiosos, en el idioma inglés, todos los domingos a las 11 del día, y a las 7 y media de la noche.
  • Servicios en idioma alemán tienen lugar en el mismo local todos los domingos a las 9 de la mañana.

En el ejemplar de 29 de diciembre de 1877 encontramos un relato del picnic 1877 (escrito por Tomás Wood), actividad realizada como fiesta de la Escuela Dominical:

Bajo un bello y templado día se realizó la fiesta campestre que la Escuela Dominical de la Iglesia Evangélica celebra anualmente. En la hermosa plaza de Colón se encontraban reunidas cerca de mil personas, en su mayor parte pertenecientes al bello sexo, lo que ha contribuido en gran manera a que la fiesta fuera tan interesante como amena.

A las 11, después de algunas breves palabras del señor pastor, y alegres himnos cantados por los miembros de la Escuela Dominical, dióse principio al programa de juegos, suspendiéndose a la 1, hora designada para el lunch, volviéndose a continuar hasta su cumplimiento a las cuatro y media…  El total de juegos ejecutados fue 18… entre los cuales la carrera de huevo en cuchara… la carrera con barreras… la carrera en bolsas… la carrera de tres piernas…

Cometeríamos una injusticia si no reconociésemos que gran parte del brillante éxito de la fiesta es debida a las señoritas C. Croker, S. Heritage, M. van Domselaar, J Leonard y J. Pierroni, que fueron nombradas para componer la Comisión Colectora, por haber llenado tan felizmente su cometido, que ha permitido disponer de suficientes fondos para sufragar los gastos que demandó una fiesta como el pic-nic de 1877.

Mucha fe, mucho trabajo, mucha dedicación fueron parte de la vida de los hermanos y hermanas pioneros del metodismo en el Uruguay. Conocer su obra nos ayuda a comprender las raíces y, por lo tanto, entender (¡o no!) nuestro hoy. ¡Gracias a todos ellos y ellas por la hermosa herencia dejada!

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[1] Para Wesley: “Santificación es una renovación del corazón a la imagen cabal de Dios, la plena semejanza de Aquel que lo creó. En otro aspecto, es el amor a Dios de todo nuestro corazón, y a nuestro prójimo como a nosotros mismos” (Plain Account of Christian perfection, 27). “Que nadie presuma descansar en algún supuesto testimonio del Espíritu, que esté separado de los frutos de éste” (Sermón XI, V,3) – Extraído de  TAMEZ, Elsa, “El Wesley de los pobres”, in DUQUE, José, La tradición protestante en la teología latinoamericana, DEI, Costa Rica, 1983, p.235.



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