Inmigrantes: desafío a nuestra Iglesia

Hace algunos meses, un grupo de laicos, en su mayoría miembros de organizaciones que integran Cristianos en Red (Obsur, Parroquia Universitaria, Las Magdalenas), nos estamos reuniendo para reflexionar sobre la situación de las personas inmigrantes en Uruguay y la posible respuesta de una “Iglesia en salida” a esa realidad de un prójimo sufriente. Una vez que compartimos inicialmente nuestras inquietudes, también las diversas experiencias de algunos de nosotros en ese terreno, decidimos seguir encontrándonos para hacer un camino en el sentido apuntado. Y para poder comunicarnos en la red adoptamos por el momento un nombre para la dirección electrónica: IniciativaMigrantes (iniciativamigrantes@gmail.com).

No es el objetivo de este articulo detallar el proceso por el cual dicha reflexión llevó a la constitución de nuestro grupo, ni las valiosas lecciones aprendidas en el Taller que convocamos el 19 de julio pasado (la foto muestra la asistencia) en donde personas inmigrantes, distintas instituciones públicas, organizaciones no gubernamentales y numerosos grupos de Iglesia, compartieron sus valiosos esfuerzos, preocupaciones y expectativas. Se confirmó en él la existencia de un espacio amplio de compromisos diversos que fueron recogidos en las conclusiones del Taller y están siendo compartidos con los participantes para ahondar en caminos de encuentro y colaboración.

Nuestras búsquedas

Es en ese proceso de búsqueda de oportunidades de servicio a un universo de actores que acude de manera eficiente y responsable a distintas necesidades de los hermanos inmigrantes, que la IniciativaMigrantes se ha propuesto identificar aquellas áreas de fortalecimiento de acciones en desarrollo (como las actividades que algunos de nosotros actualmente desarrollamos junto a organizaciones o grupos establecidos) o la generación de nuevas instancias de trabajo complementarias de los esfuerzos en curso.

Desde el inicio de sus reflexiones, la IniciativaMigrantes ha colocado el desafío de una futura pastoral para los inmigrantes en nuestra Iglesia uruguaya, como la tarea más inspiradora de sus acciones y en esa línea, la necesidad de contribuir a un proceso de creación de dicha pastoral a través de propuestas que puedan ser consideradas por los grupos laicales, el clero en general y las autoridades eclesiales.

Este artículo busca compartir ese intento de construcción de una propuesta pastoral que, inspirada en el Evangelio y alimentada por el Magisterio de la Iglesia, constituya un aporte a la tarea de consolidar una Pastoral de Inmigrantes o de Migraciones que permita articular mejor las experiencias existentes o nacientes (como la nuestra), adecuarla a los nuevos desafíos y que además oriente las acciones de los cristianos para dar respuesta a este urgente llamado al testimonio de la fe que nos convoca.

Las palabras de la Iglesia

La mirada de la Iglesia es prolífica a lo largo de su historia más reciente en términos de la situación de los migrantes, refugiados y personas itinerantes, al igual que los trabajadores del mar y las poblaciones nómades, así como con el compromiso contra la trata de personas, crimen de los cuales los referidos grupos son a menudo las principales víctimas. (Concilio Vaticano II, Gaudium et Spes; Caritas in Veritate; Documento “Iglesia y Movilidad Humana”; Instrucción Erga Migrantes Caritas Christi; Grupo Santa Marta; Documento conclusivo de Aparecida (”Rostros sufrientes que nos duelen”), además naturalmente de los trabajos del CELAM a nivel de su Departamento de Justicia y Solidaridad). Como hito más reciente podríamos ubicar el Mensaje del Papa Francisco para la Jornada Mundial de la Paz 2018, titulado “Migrantes y refugiados: hombres y mujeres que buscan la paz”.

Este mensaje retoma indirectamente el eje articulador del Mensaje del año 2017 “La no violencia: un estilo de política para la paz” haciéndose cargo en ambos documentos de las formas de violencia con las que convivimos, más allá de las armadas propiamente tales, y que tienen que ver con la pobreza, la exclusión, la discriminación, entre otras.

El Mensaje del año 2018 contiene la esencia de lo que será el desarrollo posterior del tema a nivel del nuevo Dicasterio para el Desarrollo Humano Integral, a partir de las orientaciones para la acción, basadas en Acoger; Proteger; Promover e integrar así como la referencia y valoración de los dos Pactos Mundiales negociados en el seno de las Naciones Unidas, que contemplan la situación, respectivamente, de migrantes y refugiados y que serán suscritos a fines de este año.

Es significativa la sinergia entre los desarrollos a nivel de la Iglesia Católica  y los referidos al trabajo de la Asamblea General de las Naciones Unidas, que ha recogido sin duda las preocupaciones planteadas recurrentemente por los representantes del Vaticano tanto ante la Sede de las Naciones Unidas en Nueva York, como ante los Organismos internacionales con sede en Ginebra.

El nuevo Dicasterio para el Desarrollo Humano Integral surge a partir de la fusión de las competencias de una serie de instancias vaticanas, entre ellas el Consejo Pontificio para la Pastoral de los Migrantes e Itinerantes.

El nuevo Dicasterio, a través de su Pastoral de Migrantes y Refugiados, publicó, en agosto del 2017, un documento titulado “Respuesta a los migrantes y refugiados: 20 puntos de acción” que apuntaba también a contribuir al debate de la Asamblea General sobre los dos Pactos referidos anteriormente. Los contenidos del documento desarrollan las grandes líneas del Mensaje para la Jornada de la Paz 2018 en términos de acoger, proteger, promover e integrar.

El documento comienza haciendo referencia al hecho de que la migración global es un gran desafío para una importante parte del mundo y una prioridad para la Iglesia Católica, haciendo referencia a la profunda compasión demostrada por el Papa Francisco por todos los desplazados y su llamado a acoger, proteger, promover e integrar a los migrantes, los refugiados y las victimas de trata de personas.

Acoger, proteger, promover, integrar

Intentando compartir brevemente los contenidos de las distintas acciones desarrolladas en el documento, podríamos resumirlos de esta forma en lo que es más pertinente para la realidad uruguaya:

Acoger: aumento de las rutas seguras y legales para los migrantes y refugiados, evitando la expulsión colectiva o arbitraria de migrantes y refugiados.  El principio de no devolución debe respetarse siempre: los migrantes y los refugiados nunca deben ser devueltos a un país que se considera inseguro, entendida esta como la seguridad humana que libera del temor y la necesidad. Se deben multiplicar las vías jurídicas para la migración o la reubicación segura y voluntaria. En esa línea la institución de mayores opciones para visas humanitarias aparece como una prioridad así como el lanzamiento de programas de patrocinio privados y comunitarios de ubicación de migrantes y refugiados en las comunidades, en lugar de concentrarlos en asentamientos o en alojamientos precarios. Es fundamental respetar el valor del sentido de la seguridad para cada persona, arraigado en un profundo respeto por los derechos inalienables de migrantes, refugiados y solicitantes de asilo.

Proteger: defensa de los Derechos y la Dignidad de los Migrantes y Refugiados. La Iglesia ha enfatizado la necesidad de un enfoque integral de la cuestión de los migrantes, en un profundo respeto por la dignidad y los derechos cada persona teniendo en cuenta las múltiples dimensiones de cada individuo. El documento recuerda que el derecho a la vida es el más fundamental de todos los derechos y no puede depender del estatus legal de una persona. Los inmigrantes deben ser protegidos por los países de llegada, a fin de prevenir la explotación, el trabajo forzoso y la trata de personas, a través de una serie de orientaciones proporcionadas por el documento. Se afirma también que los migrantes, los solicitantes de asilo y los refugiados deben estar facultados para aprovechar sus habilidades y competencias para mejorar su propio bienestar y la prosperidad de sus comunidades. Especial mención se hace a la vulnerabilidad de los menores no acompañados y de los menores separados de su familia cuya fragilidad extrema debe abordarse de conformidad con la Convención Internacional de los Derechos del Niño, asegurando su registro para respetar su derecho a la protección, garantizarlas el ejercicio de todos los derechos humanos, incluyendo el de la educación.

Promover: fomento del desarrollo humano integral de los migrantes y refugiados, incluyéndolos en sus planes de desarrollo nacional. Las competencias de los migrantes, los solicitantes de asilo y los refugiados deben valorarse y desarrollarse en los países de llegada garantizando la igualdad de acceso a la enseñanza superior, los cursos de especialización, los aprendizajes y las pasantías validando las cualificaciones obtenidas en otros lugares (este punto es de especial preocupación para muchos inmigrantes por la imposibilidad de obtener los certificados para la revalidación por la situación vivida por los centros de enseñanza en sus países de origen). La integridad y el bienestar de la familia siempre deben ser protegidos y promovidos, independientemente de su condición jurídica. Entre otras recomendaciones se hace énfasis en el derecho a la libertad religiosa -en términos tanto de creencias como de prácticas- que debe garantizarse a todos los migrantes, solicitantes de asilo y refugiados, independientemente de su condición jurídica.

Integrar: mayor participación de migrantes y refugiados para enriquecer las comunidades locales. La llegada de migrantes, solicitantes de asilo y refugiados representa una oportunidad de crecimiento tanto para las comunidades locales como para los recién llegados. El encuentro de culturas diferentes es una fuente de enriquecimiento mutuo que debe incentivarse, promoviendo la integración como un proceso bidireccional que reconoce y valora riquezas de ambas culturas. Es fundamental promover una narrativa positiva de solidaridad hacia los migrantes, los solicitantes de asilo y lo refugiados. Se propone para ello explorar el financiamiento de proyectos de intercambio cultural que apoyen programas de integración en las comunidades locales; documentando y difundiendo buenas prácticas de integración y garantizando que los anuncios públicos se traduzcan a las lenguas habladas por un mayor número de migrantes, solicitantes de asilo y refugiados.

Es importante tener presente que la Sección de Migrantes y Refugiados del Dicasterio para el Desarrollo Humano Integral, guiada por el Santo Padre, insta a las Conferencias Episcopales a que expliquen los contenidos de los Pactos Internacionales (especialmente los 20 puntos de acción de los mismos) y del documento del Dicasterio a sus parroquias y organizaciones eclesiales con la esperanza de fomentar una solidaridad mas activa con los migrantes, refugiados y solicitantes de asilo, seleccionando los puntos más relevantes para la situación nacional, llevándolos a la atención de sus respectivos gobiernos.

La IniciativaMigrantes considera que los aportes del Magisterio de la Iglesia y las elaboraciones a nivel de América Latina, constituyen una línea de acción inspiradora para su trabajo hacia adelante y para alimentar las acciones que la Iniciativa pueda considerar conveniente emprender en apoyo a las múltiples y valiosas actividades de tantos actores comprometidos con la situación de los inmigrantes en nuestro país.

Pensando hacia adelante

Las consideraciones que siguen constituyen una visión estrictamente personal de la autora, que serán sometidas a la consideración del grupo, que es el que decidirá colectivamente las acciones que en definitiva se emprenderán.

Las demandas son urgentes y complejas y la respuesta pública, no gubernamental y desde la fe es activa y comprometida pero no puede, por la misma naturaleza y tiempos de los requerimientos que se les plantean, atender algunas áreas en las cuales la Iniciativa podría efectuar contribución convocando a tantas personas e instituciones que manifestaron su deseo de sumarse al trabajo de esta instancia luego del Taller convocado.

Consideramos que sería bueno generar algunos espacios de acogida que amplíen y complementen los esfuerzos de reconocimiento de derechos de los migrantes, refugiados y solicitantes de asilo emprendidos por otros actores y que aseguren espacios de mayor dialogo, contención y reparación espiritual y afectiva, en las líneas esbozadas bajo el titulo Acoger del documento analizado. Igualmente, la IniciativaMigrantes puede construir respuestas a algunos de los aspectos abordados por los títulos referidos a Proteger, Promover e Integrar. Por ejemplo, los referidos a la infancia, la lucha contra las distintas formas de trata, la integración cultural, la exploración de proyectos de cooperación en diversas áreas y la facilitación de un ambiente que ofrezca a los migrantes, refugiados y solicitantes de asilo no hispano parlantes la posibilidad de expresarse en sus respectivas lenguas y comprender mejor la institucionalidad y las oportunidades.

Esperamos también poder contribuir a la reflexión colectiva sobre la promoción para nuestra Iglesia uruguaya de una pastoral a partir de las directivas que se impartan desde las autoridades eclesiásticas y facilitar de esta forma una interacción más  fluida con las instituciones y mecanismos impulsados por el Santo Padre. En esa línea ya ha expresado su disposición a producir un documento ad-hoc recogiendo las diversas enseñanzas del Magisterio de la Iglesia en el plano internacional y regional susceptible de ser conocido, debatido y fortalecido por los grupos de Iglesia comprometidos con este desafío.

Y en este marco, ir buscando con todas las comunidades de nuestra Iglesia los caminos más aptos para que inmigrantes, refugiados y solicitantes de asilo puedan integrarse con facilidad a ellas, encontrando un fraterno espíritu de acogida, comprensión y diálogo para que su manera de vivir la fe y celebrarla sea fermento y riqueza para todos.



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