Resurrección con el Padre Cacho: Una Pascua 2020 donde “todos dependemos de todos”

Sin duda esta fue una Pascua diferente.

En el silencio de la Cuaresma, mientras pintaba, se me hicieron presentes unas palabras de Cacho. En una entrevista él sintetizó en una sola frase toda esa realidad tan compleja que supo vivir desde adentro, junto a los marginados de nuestra sociedad: “Todos dependemos de todos”.

En esta realidad presente, que golpea a pobres y ricos con una emergencia sanitaria para la que nadie estaba preparado, su mensaje está más vivo que nunca.

Desde chico siempre me gustó dibujar. Cuando tenía 17 años recibí mi primer encargue. Fue justamente el Padre Cacho, que tomando unos mates en la casa de mis padres, me pidió que pintara un cuadro con una visión que había tenido: “El Cristo del Carrito”.

Entonces me explicó que él fue a buscar a Cristo entre los más pobres, se fue a vivir en la zona de Casavalle, y lo encontró en la gente. Pero también lo encontró figurativamente, en la imagen del hombre tirando de las varas del carro, cuando sale a buscar en la basura recorriendo las calles para poder vender algo y llevar el pan a la mesa. Allí vio a Cristo crucificado.

Con el paso del tiempo dimensioné el gran honor, y responsabilidad, que fue que Cacho confiara en mí para darle forma a esa visión que simboliza la búsqueda de su vida. A los artistas del Renacimiento le hacían los encargues los Papas, a mí me lo hizo el Padre Cacho, que creyó en mí con apenas 17 años. Ese primer encargue me marcó para siempre. Me mostró el camino de buscar una nueva iconografía religiosa en la realidad actual: El Cristo del Carrito es un claro ejemplo de esto. Ver la presencia de Jesús y de Dios hoy, en la vida cotidiana. Me llevó varios años prepararme para estar a la altura del pedido. Cumplí con el encargo a mis 22 años, poco antes de que muriera. 

En 1994, realicé mi primera exposición, en homenaje al Padre Cacho a dos años de su muerte, se llamó “Así en la Tierra como en el Cielo”. Fue la primera vez que se expuso este encargue: “El Cristo del Carrito”, y para esa ocasión realicé un retrato del Padre Cacho. Años más tarde, el retrato acompañó a la urna con sus restos cuando se trasladaron en una procesión de carritos a la Parroquia de Possolo, donde inició su camino en el barrio. Esto me emocionó muchísimo. Actualmente ambos cuadros están en la Obra Padre Cacho, Organización San Vicente.

A fines del 2018, decidí dejar mis 25 años de carrera publicitaria para dar el gran paso de dedicarme al arte. Y en mi caso, específicamente al Arte Sacro. Ahora, en esta nueva etapa de mi vida, sentí que debía retomar el tema y en ese proceso estoy. Sentí “la imperiosa necesidad” de volver a la temática y me iluminó el Señor con este punto de vista: desde los pies, desde la mirada de los hombres, desde la mirada de María y desde la tierra, el barro, donde camina descalzo cargando el carro. Si la gran novedad de Cacho fue su mirada, debía serlo también el punto de vista de este Cristo Clasificador.

Cacho hoy está en camino a ser canonizado, para mí ya es un Santo. Por todo esto siento que pintar es rezar. Es entrar en conexión con el Padre, con Jesús, con el Espíritu Santo -que me guía la mano- y en este caso que me ayudó también a levantarme cuando caí con la cruz, permitiéndome culminar el mensaje tal como me lo había imaginado.

En esta Pascua, mientras lo pintaba, mientras me metía bajo su piel, mientras sentía la presencia de Cacho y su mensaje de vida, me surgieron estas reflexiones que hoy les comparto.

Camino de Cuaresma en cuarentena 

El Cristo del Carrito carga con su cruz, con su carro lleno de basura. Lleno de todo aquello que nosotros desechamos, lo que ya no nos importa. Camina por la ciudad a pesar de la “cuarentena”. Porque ha sufrido y sufre peores pestes, la de nuestra indiferencia, la de la discriminación, el rechazo, el repudio, la condena colectiva.

Cuando todos estamos escondidos, con miedo, Él no deja de recorrer las calles, los barrios, las casas. Porque ha resucitado, y quiere seguir dándonos el ejemplo de entrega, de amor por los demás. Por eso golpea nuestra puerta y nos invita a que le demos toda nuestra basura, para dejarnos el corazón limpio.

Entonces, la próxima vez que golpee a nuestra puerta, ya sin mugre o barro en nuestros ojos, lo podremos ver y reconocer. Así veremos al mundo que nos rodea y a nuestros hermanos con otros ojos, con una mirada solidaria, llena de amor y misericordia.

Domingo de Ramos

Hoy Jesús entra en nuestra Jerusalén, en nuestro barrio, en nuestra cuadra, en nuestra casa. Y esta vez no viene en el lomo de un burro, viene tirando un carro, con coraje y valentía. Un carro con todo el peso de nuestros pecados. Es hasta el extremo solidario y carga con eso.

Los ramos hoy no son de olivos, son de lo que cada uno encontró a mano, pero son igualmente de celebración, de bienvenida a Él. Que viene una vez más a salvarnos. A darnos fe y esperanza de que el amor puede más que la muerte y la destrucción. Viene a sanarnos y nos pide que lo dejemos entrar.

Viernes Santo

Hoy el madero son las varas del carro, con el que sale a recorrer la ciudad buscando en la basura. Allí está hoy Cristo en forma de hermano necesitado, entre los más pobres y los más carentes de amor.

Allí, atravesando ese infierno de desperdicios en descomposición, Resucita a una vida nueva plena de Gloria y amor eterno. Y nos invita a unirnos a Él.

Vía crucis del Cristo del Carrito

Siento que esta obra, que terminé justamente el viernes Santo, día de la Pasión, es la que le da significado a mi vida, a mi misión y a mi propósito. No decidí dedicarme a pintar buscando una gran trayectoria artística ni la riqueza personal, sino para transmitir el mensaje, y para que este don que me regaló el Señor me permita ayudar a los demás.

Yo era pescador de consumidores, siento que por eso me reclutó, porque ahora, en la era de la comunicación y de las redes sociales, quiere que sea pescador de “fieles”, de creyentes, de hombres y mujeres que están perdidos y pidiendo a gritos creer y tener esperanza.
Ahora me siento preparado. 

Todo este proceso me inspiró para la próxima Pascua, donde si Dios quiere podré presentar el “Vía crucis del Cristo del Carrito”, reinterpretando las 15 estaciones, según lo que vive este Cristo clasificador en nuestra realidad presente.

Quizás logremos de una vez por todas sensibilizarnos y ayudarlo a cargar su cruz. Poner el hombro y ayudar al vecino. No haciendo cosas “para” ellos, sino “con” ellos para que puedan caminar su propio futuro. Quizás en el camino, acompañando su sufrimiento, descubramos una vía que termine en la liberación, en una Resurrección de su espíritu y su vida hacia la dignidad plena, sin que tengan que pasar por una crucifixión terrenal a la que los seguimos condenado todos los días.



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