ATLAS SOCIODEMOGRÁFICO Y DE LA DESIGUALDAD DEL URUGUAY

Para quienes estén interesados en profundizar en la temática abordada en este número de la Revista OBSUR, puede resultar de gran utilidad el “Atlas Sociodemográfico y de la desigualdad del Uruguay”, presentado en varias instancias académicas a fines del 2015. Se encuentra disponible para su descarga en: www.ine.gub.uy/atlas-sociodemografico.

Se trata del resultado de un trabajo conjunto desarrollado por el Instituto Nacional de Estadística, el Programa de Población de la Facultad de Ciencias Sociales (Udelar), el Instituto de Economía de la Facultad de Ciencias Económicas y de Administración, el Ministerio de Desarrollo Social, la Comisión Sectorial de Población de la Oficina de Planeamiento y Presupuesto (OPP) y el Fondo de Población de las Naciones Unidas.

Su elaboración fue coordinada por el economista y demógrafo Juan José Calvo quien destacó, al presentar los resultados, que el mismo es el fruto del trabajo de más de 40 técnicos investigadores de diversas instituciones del Estado.

El objetivo que se propusieron fue: “generar y difundir conocimiento acerca de la situación demográfica y poblacional, con una mirada que prioriza el análisis territorial, de las desigualdades (generacional, por género, por condición étnico-racial, por lugar de residencia y limitaciones de las personas, entre otras) a través, principalmente, del procesamiento de los Censos 2011”.

Se planteó desde una perspectiva interdisciplinaria, lo que permitió analizar la realidad uruguaya desde diversos ángulos. Como se indicó en oportunidad de su presentación, se trata de un trabajo que aporta “información necesaria para la toma decisiones en relación a casi todas las políticas públicas del Estado uruguayo desde una perspectiva de población”. En ese mismo sentido se planteó que los estudios realizados son una “incitación a los gobiernos y también a las estructuras administrativas para profundizar en el análisis y comprensión de la realidad”.[1]

Los resultados de las investigaciones se publicaron bajo el formato de fascículos temáticos de acuerdo al siguiente detalle:

  • Fascículo 1. Las Necesidades Básicas Insatisfechas a partir de los Censos 2011
  • Fascículo 2. La población afro-uruguaya en el Censo 2011
  • Fascículo 3. La fecundidad en el Uruguay (1996-2011): desigualdad social y diferencias en el comportamiento reproductivo
  • Fascículo 4. Jóvenes en el Uruguay: demografía, educación, mercado laboral y emancipación
  • Fascículo 5. Desigualdades de género en el Uruguay
  • Fascículo 6. Las transformaciones de los hogares uruguayos vistas a través de los censos de 1996 y 2011

Estos fascículos se pueden descargar en formato digital ingresando a:

www.ine.gub.uy/atlas-sociodemografico.

Con el propósito de ilustrar su contenido y estimular la lectura de estos trabajos, haré referencia en forma muy sintética a algunas de las principales conclusiones que presentan, en particular el primero de estos fascículos, referido a la situación de la población y las desigualdades en relación al nivel de satisfacción de necesidades básicas.

Principales conclusiones del Atlas

El índice de necesidades básicas insatisfechas (NBI) es utilizado como método complementario a la medición de la pobreza en función de los ingresos. En tanto en este último impactan rápidamente los cambios generados en los niveles de ocupación, inserción laboral e ingresos de los hogares, el primero da cuenta de carencias más estructurales que guardan relación con el nivel de ingresos pero no se modifican en forma inmediata.  Se refieren al acceso a una vivienda decorosa, al abastecimiento de agua potable, al servicio sanitario, la energía eléctrica, la disponibilidad de artefactos básicos de confort y la educación.

La comparación de este índice en diversos momentos del tiempo debe ser realizada teniendo en cuenta que los parámetros respecto a qué debe ser considerado una necesidad básica y los umbrales para su satisfacción varían. Lo que hoy consideramos una carencia crítica no era necesariamente visto del mismo modo en el pasado y seguramente en el futuro se incluirán aspectos que hoy no se consideran esenciales.

De acuerdo a la información proporcionada por los datos censales del 2011, el 33.8% de las personas y el 30.3% de los hogares presentan al menos una carencia crítica.[2]

La población con Necesidades básicas insatisfechas es claramente más joven que el total y las carencias se concentran especialmente en la población infantil.

Los mayores porcentajes de hogares y personas con NBI se constatan al Norte del Río Negro, en particular en los Departamentos de Artigas, Rivera y Salto.

Los autores del trabajo destacan que “la clásica perspectiva que divide al país en departamentos oculta situaciones de fuerte heterogeneidad y desigualdades que se evidencian al utilizar unidades territoriales más pequeñas, como las secciones censales y los barrios”.

Al analizar la información por barrios, encontramos que en Montevideo en los ubicados en la periferia entre el 40 y el 60% de la población presenta carencias críticas, en tanto en los barrios de la costa quienes se encuentran en esta situación no llegan al 14%.

En una entrevista realizada en junio del presente año por El Espectador, Juan José Calvo expresaba esta realidad diciendo: “Uruguay se divide en dos países muy diferentes al norte y sur del río Negro y al norte y sur de avenida Italia en Montevideo. A 20 minutos de distancia de ómnibus en Montevideo tenemos una ciudad que se parece a Suecia y otra que se parece al África subsahariana”.[3]

En relación a los niveles de fecundidad, se afirma en las conclusiones del estudio que la desigualdad de acuerdo al nivel de NBI es impactante.  “La paridez media final (número medio de hijos tenidos por las mujeres al final de su período fértil) de las mujeres en hogares con dos o más NBI es de 4,47 hijos, mientras que el de las mujeres NBS es de casi dos hijos y medio menos (2,08). Las diferencias entre las adolescentes es aún mayor: las pertenecientes a hogares con dos o más NBI tienen una paridez media acumulada más de seis veces mayor que las de hogares con NBS”.

El último de los fascículos muestra las tendencias de cambio en la estructura de los hogares en el país, mostrando una reducción del tamaño medio de los hogares, el fuerte incremento de los hogares unipersonales, el aumento de los hogares monoparentales y la reducción de los hogares extendidos. También el incremento de la jefatura femenina, la disminución de hogares nucleares y aumento de las familias reconstituidas en las que no todos los hijos son de ambos miembros de la pareja.

Los restantes fascículos complementan el panorama, poniendo en evidencia las desigualdades según el género, edad y raza.

 Con respecto a la juventud, se presenta con mucha claridad el descenso de la población juvenil y la existencia de significativas inequidades al interior de la misma. “Los barrios con mayor peso demográfico de jóvenes son aquellos con mayor riesgo o vulnerabilidad social”. Las diferencias en términos de logros educativos, acceso al empleo, niveles de ingresos, vivienda, etc., están ampliamente detallados.

Perspectivas para nuestro país

En la primera reunión de la Mesa 4 del Diálogo Social sobre “Derechos y Justicia Social” que tuvo lugar hace pocos días (el 1º de setiembre), Juan José Calvo presentó un análisis sobre la situación demográfica y poblacional del Uruguay proyectando las actuales tendencias hasta el 2100. [4]

En sus conclusiones destacó que el Uruguay seguirá siendo un país demográficamente pequeño, el proceso de envejecimiento se profundizará, la estructura de hogares seguirá modificándose y la población será muy mayoritariamente urbana. Sostuvo que las políticas no deben luchar contra las tendencias demográficas sino proyectarlas y anticipar desafíos y respuestas.

Afirmó que el envejecimiento de la población no debe ser visto como un problema, es el resultado de mejoras en la salud y en la protección social que permiten vivir más tiempo, pero debemos asumir los desafíos que presenta a las políticas públicas.

Ante el proceso de envejecimiento, concluyó, la prioridad debe ser invertir en los niños, adolescentes y jóvenes. Necesitamos trabajadores más capacitados y saludables, afirmó, no podemos perder ni un solo trabajador/a.  Recordó que generar cambios de esta naturaleza lleva tiempo y difícilmente puedan ser verificados durante el período de una administración, por lo que resulta fundamental acordar políticas de Estado.

Todos estos elementos, conectan la temática de este número de la Revista con el anterior:               “Pobreza y Misericordia”. Los distintos aportes recogidos en el No 47, dieron cuenta de la diversidad de factores que se conjugan para generar la pobreza y la desigualdad, de la necesidad de cambiar nuestras miradas, de reconocer el valor y la dignidad de todos “más allá de estigmas y etiquetas”, de alentar la cultura del encuentro, para construir juntos una sociedad más humana.

Atacar las raíces de la fragmentación social es primordialmente un imperativo ético y de justicia pero es también imprescindible para asegurar la sustentabilidad social, económica y democrática del país. Cada generación que pasa sin que logremos asegurar a nuestros niños y jóvenes el acceso a sus derechos y a un proyecto de vida acorde a su dignidad y libertad pone en cuestión su futuro, pero también en qué sociedad viviremos todos.

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[1] Web UDELAR Sede Salto (www.unorte.edu.uy), 11 de noviembre del 2015.

[2] Para ese mismo año el INE estimó las personas en situación de pobreza en un 13.7% y los hogares en un 9.5%

[3] Entrevista en El Espectador.com, 2 de junio del 2016 (https://www.espectador.com/sociedad/336228/un-pais-muchos-mundos).

[4] Ingresando a www.dialogosocial.gub.uy, entrando por Mesas de Diálogo a la Mesa 4 y dentro de ella a Documentos de la Mesa, pueden acceder a la Relatoría de la Primera Sesión. Al final de la misma se incluye el PPT que apoyó la presentación de J.J.Calvo titulada: “Insumos para el Diálogo Social: la situación demográfica y poblacional actual y futura del Uruguay”