¿Cambio de época?

La Historia humana reconoce en su devenir distintas Épocas o Edades. Los modos de relacionarse, pensar, creer, producir, construir, desplazarse, varían de una época a otra. Cada Época tienen sus propios énfasis en comprender qué es la persona humana y sus relaciones con el medio ambiente.

Este modo de ser y existir se moldea en una configuración que recibe sus aportes de muchísimos elementos provenientes de la realidad humana y natural del entorno. Si bien encontramos en la Biblia una expresión que afirma: “no hay nada nuevo bajo el Sol”, también reconocemos que Jesús “ha venido a traernos la Buena Nueva”. Las dos son ciertas, y ambas constituyen la realidad humana. Que las cosas se repiten, se continúan y se reconstituyen es fácil entenderlo, pues lo vemos y sentimos. La sucesión de las estaciones, el crecimiento y desarrollo de los seres vivientes. Esto se nos da. Más difícil es percibir que algo sea “nuevo”. Todo lo nuevo debe tener su precedente, pero ¿es posible que de lo viejo surja algo nuevo? Si así fuera debe tener su originante ¿pre-existente?

Esta temática puede ser un buen ejercicio para los tiempos de cuarentena, pero no es suficiente. Por ahora tomémoslo como una realidad que se nos impone: hay novedades que superan nuestra capacidad de sorprendernos. Esto es comprensible cuando uno compara distintas etapas de la Humanidad. Cuando desde fines del S XVIII se empezaron a nominar estas etapas como la Antigüedad, la Edad Media, la Edad Moderna y la Era Contemporánea se hizo fácil advertir que hay cosas nuevas y viejas, unas que se continúan o desaparecen y otras que surgen.

Ahora vemos con claridad que el hombre antiguo es distinto del hombre y mujer de la Edad Media o contemporáneo. ¿Pero cuando empezaron a reconocerse como distintos? ¿Tiene la historia fechas de salidas y entradas? Ciertamente no. Las fechas que indican para nosotros el fin de una etapa y comienzo de otra son un ordenamiento que hacemos mucho tiempo después, con cierta arbitrariedad. Antes o después de 1492, o de 1789. Son fechas fijadas por acuerdos entre los historiadores. Es como trasponer una frontera terrestre, si no la tuviéramos marcada en el suelo o por claros indicios no nos daríamos cuenta en qué país estamos. Así en el transcurso histórico no tenemos conciencia si en algún momento nos desplazamos de una Época a otra.

Quienes vamos viviendo los cambios no somos conscientes que ya vivimos en una era nueva o anterior. Es posible que intuyamos que vamos saliendo de una era, pero que todavía no estamos en otra. ¿Dónde estamos? En el tránsito, pero cuál será la fecha de término e inicio que se adjudique a esta nueva era. ¿Cómo se llamará? Hay quienes hacen talenteos: la caída de la URSS, 2001, etc… Era espacial, de la globalización, tecnológica…

Esta reflexión parte de la pregunta ¿cambio de época? Apuntamos a este problema. Sentimos que hay puertas que se cierran detrás nuestro y que ya nadie jamás volverá a abrirlas. ¿Cuáles serán las características de la nueva era? ¿Cómo será el trabajo, el empleo, las clases sociales, la vida cotidiana, la sensibilidad artística o la vida religiosa?

Obviamente lo nuevo es indescriptible por el sólo hecho de serlo. La novela de George Orwell “1984”, ¿era visión o fantasía? ¿Hoy esa novela describe la realidad o ya traspasamos la fantasía del Gran Hermano?

En esta Santa y Criolla semana de Turismo, no tuvimos fieles congregados en los templos, ni domas, ni turismo. La cerveza se tomó en privado, no en parques, y el Uruguay empezó su ritmo de trabajo sin que viéramos entrar al último ciclista en el Cilindro.

Curiosamente, el 4 de abril de 1920 el Parlamento aprobó la ley que creaba “La Semana de turismo” en sustitución de la Semana Santa, a la cual no se menciona en la exposición de motivos, sino que se dice a cuarenta días del Carnaval. Se apostaba que al cambiar las designaciones religiosas se eliminaba la creencia. Sin embargo, se mantiene la doble designación de Semana de Turismo o Santa. Esta doble designación se da sólo en Uruguay, los extranjeros se sorprenden de esto. Se agregaba, además, que a partir de AHORA tendremos Día de la Familia y Día de los Niños. La Historia desconoció esta pretensión y siguió, conservadoramente hablando de Navidad y Día de Reyes (o Epifanía).

¿Este es el momento o la fecha de la SECULARIZACIÓN o LAICIZACIÓN del Uruguay? Esta es una fecha más en un proceso. ¿Es más o menos importante que la secularización de los cementerios decretada por el presidente blanco Bernardo Berro (1861), o el cambio en la fórmula de aceptación del cargo legislativo como PROMESA o VOTO que hacen los legisladores? (Según el texto vigente actual).

Hay quienes pronostican que esta Pandemia del coronavirus es el fin de una época y el comienzo de otra nueva. Lo sabremos dentro de cien años, no inquietarse. Sí podemos decir, sin ser adivinos, que esta pandemia en algún momento terminará. Otra realidad se nos presentará y no sabemos cuán importante o definitivo sea lo que vivimos. Hay una observación interesante, en una conferencia de prensa, el Presidente dijo preferir seguir hablando de “nueva normalidad” en sustitución de “el día después”, esa rica expresión que generalizó Seregni hace más de cincuenta años.

Seguramente habrá cosas que se modifican, sin marcha atrás. Así Enmanuel Kant (1724-1804) afirmó que el tiempo y el espacio son “a priori de la sensibilidad” y desde allí se acepta, pacíficamente, que todo conocimiento humano es una construcción del sujeto conocedor y objeto conocido.

Nuevos horizontes esbozados por filósofos contemporáneos nos avizoran realidades distintas. Por ejemplo, Noam Chomsky, (EEUU, 1928) aceptando que todos los seres humanos provenimos del mismo origen tenemos una “misma estructura gramatical mental”, que nos posibilita intercambiar, comprender y comunicarnos entre gente de distintas lenguas. Buen arranque para la hermandad humana y la globalización de las civilizaciones.

Otro filósofo, Jurgen Habermas (1921) postula la superación de las doctrinas e ideologías recibidas para lograr la construcción de la nueva sociedad a partir del intercambio de razones y motivaciones entre los integrantes de la comunidad. La lectura de este autor es ardua y difícil. ¿Estaremos ante la novedad de un nuevo ser humano capaz de integrar pensamiento y sentimiento en pro del bien común? Difícil imaginar hoy la contención de pasiones y personalismos ante la evidencia de las motivaciones ajenas. Quizás, dentro de 200 años Habermas sea reconocido como un profeta o ni sabrán quién fue.

Este año 2020 arrancó con fuerza para los uruguayos. El nuevo gobierno que supone nuevos enfoques y criterios con gente nueva y joven, se inaugura con la NOVEDAD de la pandemia del coronavirus. Es necesario hacer esfuerzos, por todos, para entender qué pasa y encontrar soluciones. Es momento de quitarse las gafas ideológicas cristalizadas y poner mucha paciencia en escuchar y energía para actuar. Lo nuevo requiere un encuadre nuevo.

El filósofo de la Historia israelí Yubal Noah Harari dice: “no es momento de distanciarnos, sino de acercarnos”. No entre los individuos sino entre los países. La globalización ya es una realidad. En pocas semanas un virus nos contamina a todos los homos sapiens. Es la evidencia científica que faltaba para confirmar que somos todos descendientes de una misma familia.



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