Cuéntame cómo pasó

Desde la televisión española (TVE), hace ya varios años que llega a Uruguay por televisión abierta, a través TNU, una serie conocida como Cuéntame (Cuéntame cómo pasó es su nombre completo) que se filma desde el 2001 y ya va por su 19na temporada.

Apoyándose en una combinación de microhistoria y macrohistoria, la serie narra las vivencias de una familia de clase media, los Alcántara, durante los últimos años del franquismo y los comienzos de la Transición Española, y es a la vez una crónica sociopolítica de la época”1.

Sin intención de ahondar en los vericuetos que propone la trama, que cuenta con la asombrosa particularidad de mantener en el elenco a los mismos actores que comenzaron a rodarla hace diecisiete años, me motiva compartir mi visión de porqué es una producción televisiva que merece ser considerada, teniendo en cuenta el mar de ofertas audiovisuales al que nos vemos tentados, a veces sin demasiado criterio más que el rendirse a estar a tono con la actualidad en tiempos de Netflix.

En primer lugar, entiendo que retomar el hábito, un poco perdido por el avance de internet en el consumo de materiales audiovisuales, de mirar una producción televisiva de “programación” tiene un encanto, que quizás se relacione con el participar de la lógica del acontecer -frente a la primacía de la elección en este caso- y de una lógica ritualística que impone ella por sí misma, sus días y horarios, más allá de nuestras elecciones, que usualmente se tornan cansadoras y nos agotan mentalmente. Así que el abandono al orden ya establecido de una programación es el primer y muy sutil argumento que brindo para el acercamiento a esta obra.

Ahora bien, en referencia a la densidad de la propuesta de la serie, debo decir que encuentro algo único, que gira, por un lado, en torno a la capacidad de generar introspección e interpelación a partir del acto de verse reflejado/a en el espejo de otra familia, especialmente si se integra una de clase media, con sus decisiones y los problemas que atraviesan en función de la etapa vital que transcurren. Y, por otra parte, encuentro que el hecho cotidiano o rutinario de juntarse con integrantes de la familia a ver “la tele” termine implicando re-verse a sí misma en el espejo de otra, lo vuelve un acto poderoso y trastocador, además de fundir ese acontecer en un tiempo de comunión, y no solamente en un tiempo de evasión y distracción -más allá de que ésta también sea necesaria para nuestros cerebros-. Nos pone delante de nuestras propias vidas, y del gusto de repensarnos, generando que esta sea también una pieza fundamental del propio disfrute.

En otro sentido, algo que, al menos mi experiencia me dice, parece escasear en las obras fílmicas a las que tenemos acceso, es la pluralidad de voces y subjetividades representadas a nivel generacional. El sólo hecho de ver esta pluralidad plasmada, corriéndose del canon adulto-céntrico (y más aun siendo joven), es un hecho valioso en sí mismo, y tiende a ser, en general, una experiencia emancipatoria.

A esto se le adhiere el poder ver cómo las distintas voces y conciencias, y lo que buscan los distintos corazones, va dando como resultado el entretejido de una dinámica familiar real, concreta, con sus encuentros y desencuentros, con su caos de trayectorias y vidas múltiples, y sus tiempos de condensación grupal y unificadora… Todo esto vuelve más comprensible el devenir de la trama humana, gracias al acceso en la profundidad de lo que mueve a los diversos personajes y al desarrollo de nuestra capacidad de empatía.

Una posible foto de lo que somos; y una invitación a confiar en el criterio de selección de contenidos de un canal nacional y de televisión abierta, los martes a las 22 y los sábados a las 20 h., por TNU. Pasen y vean.

1https://es.wikipedia.org/wiki/Cu%C3%A9ntame_c%C3%B3mo_pas%C3%B3

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1https://es.wikipedia.org/wiki/Cu%C3%A9ntame_c%C3%B3mo_pas%C3%B3



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