Ecumenismo sin proselitismo

“Casi desde el fin del mundo”

El 13 de mayo de 2013 es una fecha significativa en la historia de la Iglesia. El Cardenal argentino Jorge M. Bergoglio fue elegido Papa. Escogió el nombre de Francisco y comenzó su Pontificado saludando a la gente congregada en la plaza San Pedro con un simple “buenas tardes”. Se presentó como “el obispo de Roma” e invitó a comenzar un nuevo tiempo juntos, “obispos y pueblo”.

Un Papa “callejero”, más pronto a escuchar y comprender que a condenar; más dispuesto a dialogar que a imponer y más partidario de reconocer y acoger los diferentes caminos que a sancionar o descalificar[1].

El Papa Francisco fue elegido para renovar la Iglesia, es un Papa reformador. Ha puesto a la Comunidad Católica en estado de “crisis”[2]: Es bien conocida la reforma eclesial en la que está empeñado Bergoglio:

  • Su insistencia por la paz mundial;
  • Su solidaridad con los pobres y con los crucificados de nuestros días en su reclamación de tierra, techo y trabajo;
  • Su compromiso en lograr una nueva unidad entre todas las religiones entendida como comunión en la diversidad;
  • Su impulso por la transformación de la curia vaticana a fin que se ubique en relación de dependencia con un gobierno cada día más colegial y corresponsable de la Iglesia;
  • Y su confianza en anunciar “la alegría del Evangelio” afirmando el primado de la misericordia como la verdad primera y fundamental de la Buena Noticia.

El Papa desea “una Iglesia facilitadora de la fe y no reguladora de la fe”[3].

Los gestos simbólicos de Francisco

En este sentido son famosos los gestos simbólicos que multiplica Francisco. No los vamos a enumerar, pero consideremos cuántos signos a favor del ecumenismo ha hecho en estos pocos años.

La visita a la catedral luterana de Lund  (Suecia) en la conmemoración de los 500 años de la reforma fue uno de los gestos más fuertes y conmovedores. El 31 de octubre y primero de noviembre de 2016 católicos y luteranos conmemoraban juntos la Reforma con la esperanza de lograr la unidad.

Es por ese motivo que el Instituto Salesiano de Formación (ISF) ha querido que que todos tomáramos nota de este abrazo entre luteranos y católicos que sella un ecumenismo sin proselitismo en proceso. Las Iglesias cristianas deben hacer su camino “unidas en la diversidad”. Ya decía el Papa Juan: “Es más lo que nos  une, que lo que nos separa”.

Las razones de Lutero

En cinco conferencias a lo largo del año, procuraremos presentar la figura de Martín Lutero y la importante resonancia que su compromiso de fe tuvo y tiene para la vida de la Iglesia.

La Profesora María Inés Lisazo nos ubicó de manera magistral en el contexto socio, político, económico y eclesial del siglo XVI, siglo fecundo en el cual se produjeron los hechos (Martes 25 de abril).

El Pastor Octavio Burgoa, de la Iglesia Luterana del Uruguay, nos presentará la figura de Martín Lutero y las razones que lo impulsaron a llevar adelante su reforma. Esta conferencia será el martes 30 de mayo, a las 19,30 horas.

La tercera conferencia estará a cargo del Padre Marcelo Copetti sj. Será el miércoles 21 de julio. “Reformadores en la Iglesia Católica. Los santos reformadores, La Contrarreforma del Concilio de Trento”.

La Profesora Rosa Ramos nos hablará en la cuarta conferencia, martes 25 de julio, de la actitud ecuménica del Papa Francisco, sus gestos y su incansable trabajo por la unidad de las Iglesias y la paz del mundo.

Por fin, el martes 29 de agosto, el Consejo de las Iglesias Cristianas del Uruguay nos presentará el trabajo ecuménico que están realizando en nuestra patria.

De esta manera, pensamos prestar nuestra contribución en este momento histórico que estamos viviendo.

Ecumenismo en el Uruguay

Porque en nuestro Uruguay, pequeño pero de notables características propias, también estamos haciendo historia y con nuestras relaciones fraternas, sin proselitismo, trabajando unidos por un mundo mejor y más solidario, hacemos real y eficaz nuestro ecumenismo.

Los invitamos, pues, a estas conferencias.

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[1] Cf. MARTÍNEZ GORDO J., Estuve divorciado y me acogisteis (Madrid 2016: 129).
[2] La “crisis” en definitiva es  una oportunidad para crecer.
[3] IVEREIGH A., El Papa Reformador (Barcelona 2015, pág. 306).


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