“Ecumenismo Sorprendente”
Católicos integristas con fundamentalistas evangélicos

A mediados de este mes de julio, la revista católica de los jesuitas en Italia, Civiltà Cattolica, publicó un artículo alertando sobre lo que llamó “un ecumenismo sorprendente” en los EE UU entre el fundamentalismo evangélico y el integrismo católico. El texto es fruto de la colaboración entre el director del quincenal romano, P. Antonio Spadaro sj y el pastor presbiteriano argentino Marcelo Figueroa, biblista y director a su vez de la edición argentina de L’Osservatore romano, ambos personas de confianza de Francisco.

El artículo suscitó enseguida mucha atención, aumentada por el hecho de que la cada número Civiltà es revisado por la Secretaría de Estado vaticana antes de salir a la luz. Pero también ha provocado controversia, sobre todo en los EE UU, en donde fue duramente atacado en los medios y sitios web católicos conservadores que se sintieron directamente aludidos. Por su parte, el diario vaticano publicó al día siguiente, 14 de julio, una nota sobre el texto con el título “Ecumenismo del odio”, expresión que los autores utilizan también en su escrito.

En el tiempo que ha seguido, numerosas son las publicaciones y portales que se han detenido sobre el análisis de los religiosos y periodistas, así como en las reacciones que ha ido suscitando, por lo que nos parece importante dar a conocer esta el artículo y algunas de las primeras reacciones. Por más que los autores hayan tomado como objeto de estudio la realidad de los cristianos norteamericanos, su trabajo sugiere una serie de pistas para leer otras situaciones, seguramente también la nuestra, teniendo en cuenta, claro, las especificidades de cada una.

La problemática fusión entre religión y Estado

Trato de resumir lo más posible un texto de seis carillas que no es fácil cortar. Para quienes quieran leerlo por entero y con provecho, lo encuentran en la Civiltà Cattolica iberoamericana, https://blogs.herdereditorial.com/la-civilta-cattolica-iberoamericana/fundamentalismo-evangelico-e-integralismo-catolico/ .

Spadaro y Figueroa inician recordando ese lema presente en los billetes de dólares desde el lejano 1864 y oficializado por el Congreso en 1956, In God We Trust (“En Dios confiamos”): “Para muchos se trata de una simple declaración de fe, mientras que para otros es la síntesis de una fusión problemática entre religión y Estado, entre fe y política, entre valores religiosos y economía […] Por momentos esta compenetración entre política, moral y religión asumió un lenguaje maniqueo que divide la realidad entre el bien absoluto y el mal absoluto”.

Y ejemplifican con el “eje del mal” de Bush, y luego del 11/9 la guerra desatada contra los países que según él lo encarnaban, para llegar hoy a Trump y sus “malos” (bad) y “muy malos” (very bad). “Estas actitudes se basan en principios fundamentalistas protestantes evangélicos de comienzos del siglo pasado que se han ido radicalizando poco a poco. En efecto, se pasó de un rechazo a todo aquello que es ‘mundano’, como se consideraba la política, a perseguir una influencia fuerte y determinada de esa moral religiosa en los procesos democráticos y sus resultados”.

El fundamentalismo “evangélico” o “teo-conservadorismo”

“El término ‘fundamentalismo evangélico’, que hoy puede asimilarse a ‘derecha protestante evangélica’ o ‘teo-conservadorismo’, tiene sus orígenes entre los años 1910 y 1915”. Sus iniciadores buscaron responder y oponerse a la “amenaza” de las ideas modernistas de esos años (entre sus seguidores se cuentan R. Reagan y George W. Bush). Además ese pensamiento considera que los EE UU son una nación elegida y bendecida por Dios, convicción alimentada por la demonización de los que se tiene por enemigos. “En el universo que amenaza su modo de entender el American way of life se han sucedido a lo largo del tiempo los espíritus modernistas, los derechos de los esclavos negros, los movimientos hippies, el comunismo, los movimientos feministas, y así en adelante, hasta llegar hoy a los inmigrantes y a los musulmanes” […]”.

“Otro aspecto interesante es la relación que esta colectividad religiosa -compuesta principalmente por blancos de extracción popular del Sur estadounidense profundo- tiene con la ‘creación’. Hay como una suerte de ‘anestesia’ respecto de los desastres ecológicos y de los problemas generados por el cambio […] En esta visión teológica, los desastres naturales, los dramáticos cambios climáticos y la crisis ecológica global no solamente no se perciben como una alarma que debería inducirlos a revisar sus dogmas, sino, por el contrario, como signos que confirman su concepción no alegórica de las figuras finales del libro del Apocalipsis. […]”

“Se trata de […] combatir las amenazas que se ciernen sobre los valores cristianos estadounidenses y esperar la inminente justicia de un Armagedón, un ajuste de cuentas final entre el bien y el mal, entre Dios y Satanás. En este sentido, todo ‘proceso’ (de paz, de diálogo, etc.), colapsa frente a la apremiante urgencia del fin, de la batalla final contra el enemigo. Y la comunidad de los creyentes, de la fe (faith), se convierte en la comunidad de los combatientes, de la batalla (fight). […] Es la doctrina que alimenta a organizaciones y redes políticas partidarias de una geopolítica apocalíptica […]”.

“Lo primero que tenemos que hacer es dar voz a nuestras Iglesias’, dicen algunos. El significado real de este tipo de expresiones es que se espera de ello la posibilidad de influir en la esfera política, parlamentaria, jurídica y educativa para someter las normas públicas a la moral religiosa. […] Sostienen la necesidad teocrática de someter el Estado a la Biblia, con una lógica no diferente de la que inspira al fundamentalismo islámico”.

“Otro fenómeno relevante junto al maniqueísmo político es el paso del pietismo puritano original […] a la ‘teología de la prosperidad’, propugnada principalmente por pastores millonarios y mediáticos […] Ellos anuncian un ‘evangelio de la prosperidad’, según el cual Dios desea que los creyentes disfruten de salud física, riqueza material y felicidad personal” […].

“Un tercer elemento, junto al maniqueísmo y al evangelio de la prosperidad, es una forma particular de proclamar la defensa de la ‘libertad religiosa’, amenazada seriamente por la radicalización del secularismo. Pero hay que evitar que su defensa se avenga al ritmo de los fundamentalismos de la ‘religión en libertad’, percibida como un desafío virtual directo a la laicidad del Estado”.

“Sorprendente ecumenismo”

Luego de esta suerte de presentación, nuestros autores pasan a describir lo que llaman “ecumenismo fundamentalista”. Reproducimos in extenso: “Basándose en los valores del fundamentalismo se está desarrollando una extraña forma de sorprendente ecumenismo entre fundamentalistas evangélicos y católicos integristas, unidos por la misma voluntad de una influencia religiosa directa en la dimensión política”.

“Algunos que se profesan católicos se expresan a veces en formas hasta hace poco tiempo desconocidas en su tradición y mucho más cercanas a los tonos evangélicos. En términos de atracción de masa electoral, estos electores se definen como value voters. […] Este encuentro en torno a objetivos comunes se da en el terreno de temas como el aborto, el matrimonio entre personas del mismo sexo, la educación religiosa en las escuelas y otras cuestiones consideradas genéricamente morales o ligadas a los valores. Tanto los evangélicos como los católicos integristas condenan el ecumenismo tradicional y, sin embargo, promueven un ecumenismo del conflicto que los une en el sueño nostálgico de un Estado de rasgos teocráticos”.

“La perspectiva más peligrosa de este extraño ecumenismo puede adscribirse a su visión xenófoba e islamófoba, que invoca muros y deportaciones purificadoras. La palabra ‘ecumenismo’ se traduce así en una paradoja, en un ‘ecumenismo del odio”. […]

La tentación de la “guerra espiritual”

“Es clara la enorme diferencia que hay entre estos conceptos y el ecumenismo alentado por el papa Francisco con varios referentes cristianos y de otras confesiones religiosas, que se mueve en la línea de la inclusión, de la paz, del encuentro y de los puentes. […] A este nivel se comprende el significado histórico del compromiso del papa contra los ‘muros’ y contra toda forma de ‘guerra de religión’. […]”

“Por el contrario, el elemento religioso no debe confundirse nunca con el político. Confundir poder espiritual y poder temporal significa poner el uno al servicio del otro. Un rasgo claro de la geopolítica del papa Francisco consiste en no dar apoyos teológicos al poder para imponerse o para encontrar un enemigo interno o externo a combatir. […] Francisco socava desde dentro la máquina narrativa de los milenarismos sectarios y del ‘dominionismo’, que prepara para el apocalipsis y para el ‘choque final’. El énfasis puesto en la misericordia como atributo fundamental de Dios expresa esta exigencia radicalmente cristiana. Francisco quiere romper el vínculo orgánico entre cultura, política, instituciones e Iglesia. […]. La religión no debe convertirse en la garantía de los grupos dominantes. Y sin embargo, es justamente esta dinámica de espurio sabor teológico la que intenta imponer su propia ley y su propia lógica en el campo político.” En esta perspectiva, las elecciones estadounidenses fueron entendidas como una “guerra espiritual” y la elección de Trump como fruto de las oraciones de los cristianos, lo que implica decir que ha sido elegido por Dios.

“Hoy más que nunca es necesario despojar al poder del pomposo ropaje confesional, de sus corazas, de sus armaduras oxidadas. El esquema teopolítico fundamentalista quiere instaurar el reino de una divinidad aquí y ahora. Y, obviamente, la divinidad es la proyección ideal del poder constituido. Esta visión genera la ideología de conquista. En cambio, el esquema teopolítico verdaderamente cristiano es escatológico, es decir, mira al futuro y quiere orientar la historia presente hacia el reino de Dios, reino de justicia y de paz. […]”

“En este marco el papa no quiere negar ni dar la razón a nadie, porque sabe que en la raíz de los conflictos hay siempre una lucha de poder. Por tanto, no hay que imaginarse una ‘alineación’ por razones morales o, peor aún, espirituales. […]”. Francisco, el 9 de mayo dijo al diario La Croix: “La aportación del cristianismo a una cultura es la de Cristo con el lavatorio de los pies, o sea, el servicio y la donación de la vida. No debe ser una aportación colonialista”.

Contra el miedo

“¿En qué sentimiento se basa la persuasiva tentación de una alianza espuria entre política y fundamentalismo religioso? En el miedo a la fractura del orden constituido y en el temor al caos”. Esta tentación, advierten Spadaro y Figueroa en su conclusión, es favorecida por este caos de nuestros días que es utilizado políticamente para elevar los tonos del conflicto, exagerar el desorden, agitar los ánimos del pueblo con la proyección de escenarios inquietantes más allá de todo realismo. […] Por eso Francisco está desarrollando una contra-narración sistemática respecto de la narrativa del miedo. Hay que combatir, pues, la manipulación de esta época de ansiedad y de inseguridad. Por este mismo motivo Francisco omite valientemente dar cualquier legitimación teológico-política a los terroristas, [y a los] que quieren una ‘guerra santa’ o que construyen barreras de alambre de púas. Efectivamente, el único alambre de púas para el cristiano es el de la corona de espinas que Cristo tiene en la cabeza”.

Reacciones/comentarios

Como fue dicho al inicio, no demoraron reacciones y comentarios, sobre todo de portales católicos ultra conservadores, como Church militant y First thing, en los EE UU. En general se trata de rechazos que argumentan ignorancia de Spadaro y Figueroa sobre el panorama cristiano del país del norte y quitando por tanto toda pertinencia a su análisis. “Está lleno de clichés cansados sobre la religión y la política estadounidenses. Peor aún, los autores muestran poco conocimiento incluso de lo que está cerca de casa: la tradición católica, y el pensamiento del Papa Francisco” (PJ Smith en First Things). Casi no hay discusión sobre el contenido y la cantidad de cuestiones que levanta, como las visiones de las relaciones entre fe y política en un contexto de post cristiandad; de la comunidad eclesial y los grupos políticos; o sobre la comprensión de los valores y principios y el hecho de que siempre se hallan encarnados en situaciones concretas y por tanto sujetos a una serie de mediaciones históricas; etc. Habría que decir también que algunas de las expresiones del artículo no son todo lo exactas que sería deseable. Al menos para estas latitudes.

Por su parte, Spadaro respondió al día siguiente de la publicación a una entrevista de la revista America  de los jesuitas norteamericanos, aclarando los objetivos del escrito: “La cuestión central es la manipulación mutua entre la política y la religión, que es un riesgo que no es exclusivo de los Estados Unidos, es un riesgo constante. A menudo este fundamentalismo nace de la percepción de una amenaza, de un mundo amenazado, de un mundo que se derrumba, y así responde con una religión de una lectura de la Biblia transformada en un mensaje ideológico de miedo. Es una manipulación de la ansiedad y la inseguridad. Y la iglesia se transforma, por tanto, en una especie de secta, una secta de lo puro, una opción de lo puro, aunque numéricamente pequeña, que pretende imponer su visión a la sociedad, prescindiendo de cualquier forma de diálogo. […] Hoy, por desgracia, un enfoque guerrero y militante parece más atractivo y evocador para ciertos sectores de la sociedad. .[…] Consideramos que las alianzas positivas entre católicos y protestantes siempre valen la pena cuando se unen sus esfuerzos en favor de los pobres, el cuidado del medio ambiente, la promoción del desarrollo humano integral, el cuidado de los migrantes y los refugiados, el cuidado de la familia y su misión, y la protección y el apoyo de la vida humana. Está claro que los católicos y protestantes evangélicos están llamados a colaborar y trabajar juntos. Nuestra atención se centró en los fenómenos que han degenerado y se basan en valores que parecen ser evangélicos, pero de hecho son ideológicos”.

Parece un planteo y un inicio de discusión importante de seguir y analizar en las manifestaciones que pueden estarse dando en nuestro propio contexto.



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