El castigo de Sísifo o el cierre de Aulas Comunitarias

En el inframundo, Sísifo fue obligado a cumplir su castigo, que consistía en empujar una piedra enorme cuesta arriba por una ladera empinada, pero antes de que alcanzase la cima de la colina la piedra siempre rodaba hacia abajo, y Sísifo tenía que empezar de nuevo desde el principio, una y otra vez.

 

Los antiguos griegos son referencia para los logros y los males que aquejan a la humanidad -o por lo menos a la civilización occidental- desde hace tres mil años.

La tragedia de nuestro mundo es que aun conociendo aquello a lo que nos condenamos repetimos una y otra y otra vez los mismos errores en general en nombre de las mismas razones. El mundo al que nos vamos  a referir es el de la enseñanza secundaria pública.

De dónde venimos

La educación pública gratuita y obligatoria de fines del S.XIX, en los inicios del Siglo XX se constituyó como cemento y articuladora de los pobladores de un Uruguay que sobre una base criolla se nutría vigorosamente de una importante migración europea. El cemento estaba formado de promesas y aseguraba a quien lo adquiría que obtendría un lugar en la sociedad. La articulación se produjo porque ese relato se hizo carne en el imaginario de todos los sectores sociales de la cosmopolita Montevideo y en todo Uruguay. “Mi hijo el doctor” expresa en la dramaturgia de Florencio Sánchez esa valoración social de la educación. Cualquiera podía aspirar a llegar, sólo había que estudiar. La escuela primaria obligatoria y su signo de túnica blanca y moña azul fue la gran articuladora de imaginarios que se expresan en el famoso  texto de  Varela en la Educación del Pueblo (1874): “Los que una vez se han encontrado juntos en los bancos de una escuela, en la que eran iguales, a la que concurrían usando de un mismo derecho, se acostumbran fácilmente a considerarse iguales, a no reconocer más diferencias que las que resultan de las aptitudes y las virtudes de cada uno y así, la escuela gratuita es el más poderoso instrumento para la práctica de la igualdad democrática”.

Sobre esa base se gestó y desarrolló el sueño de una sociedad que reconocía los méritos académicos como palanca de ascenso e integración social. Fue la sociedad que Rama (La Democracia en el Uruguay, 1987) describió en su momento como “hiperintegrada”, con una educación humanista y con una débil sociedad civil. Las aspiraciones de los jóvenes se parecían mucho a las de sus mayores y el denominador común era adquirir estabilidad laboral y prestigio social como fruto de estudios universitarios.

Aún después de la crisis de los años 60 que culminó en la dictadura cívico-militar, la misma dictadura desarrolló un discurso de integración de todos los uruguayos aunque, claro está, controlando cursos, docentes, programas, asignaturas. Los que querían “refundar la nación” también echaron mano de la educación como discurso del que ningún uruguayo se sentiría excluido… aun cuando lo estuviera.

El siglo XXI nos encontró escuchando un discurso presidencial de asunción del mando donde se repitió cuatro veces la palabra educación para simbolizar el compromiso que ese gobierno (el del Presidente Mujica) asumía en el entendido que esa educación era la que iba a garantizar la subsistencia de una sociedad integrada y con proyecto de futuro.

Pero la historia de la educación y de las políticas educativas del Uruguay está ligada también a otros aspectos del devenir histórico del país.

Desde 1990 se comenzaron a visualizar, investigar y describir procesos de deterioro en la convivencia de los uruguayos (Carlos Filgueira y Ruben Kaztman, 1999). Los signos provenían de dos dimensiones evidentes y determinantes. La segregación residencial en la ciudad de Montevideo (donde habitan la mayoría de los uruguayos) y la fragmentación social que dejaba a algunos “integrados” y a otros “segregados o marginados”. Ello se manifestó en el acceso a la salud, a la educación, a la vivienda, al consumo de bienes, a la alimentación y varios etc. que el lector conoce tan bien como quienes escriben.

La educación no estuvo exenta de participar en el deterioro antes mencionado. Fue espectadora y en buena parte partícipe del mismo ya que siguió pensando en términos de la primera mitad del siglo XX en cuanto a su misión, su modelo de enseñanza, su estructura organizativa, su alumnado y la formación de sus profesores.

La educación media, y especialmente la media del Consejo de Educación Secundaria (CES), no entendió y sigue sin entender el vínculo entre escuela, sociedad y trabajo. Debido a ello cuando terminó la dictadura las propuestas innovadoras consistían en reivindicar las bondades del plan de estudios de ¡1941!, el asignaturismo a ultranza, la enseñanza en salones de clase donde cada profesor está orgulloso de ser el dueño y señor de “su” grupo y “su” salón.

Solo por un breve tiempo el trabajo de diagnóstico llevado adelante por la CEPAL y luego concretado en la reforma que se dio en llamar “reforma de Rama” realizó un intento informado y con un plan de trabajo a largo plazo. Esa propuesta -hija de su tiempo- presentó  limitaciones por su matriz pragmática y tecnocrática. Buena parte del rechazo que produjo se debió a su forma de implementación “up down”, lo que impidió que el cuerpo docente pudiera elaborar y entender  la urgente necesidad de transformar la propuesta educativa para adolescentes en la Educación Media. Sin embargo 30 años después la necesidad de aggiornamiento de la Educación Media sigue siendo dramáticamente urgente mientras el mundo fuera del Uruguay se sigue moviendo.

Dónde estamos

En los 90 nos desvelaban los jóvenes que se instalaban en “la puerta” del liceo, porque complicaban la convivencia en esos centros. Muchos de ellos se habían inscripto en algún momento del año en el centro educativo pero luego habían cruzado la frontera invisible pero infranqueable que los había hecho quedar fuera del liceo. Eran amigos de todos, a veces (muchas veces) tenían vínculo con la dirección del liceo, con el 222, con algún adscrito. A veces sólo iban a pararse ahí para tener otros pares de la misma edad con los cuales interactuar. A veces traían problemas o transas a la puerta del liceo…

Ellos eran el signo de la deserción estudiantil que fue y es el tema de desvelo de la Educación Media. Esa puerta era la palmaria demostración de la necesidad de dar una respuesta a adolescentes que no tenían en el interior de los liceos un lugar atractivo para llegar y permanecer. Y la respuesta llegó de la mano de otros actores sociales que no eran propiamente los educativos. En el gobierno del Partido Nacional se implementó dentro del Ministerio del Interior un proyecto de prevención del delito que se llamó “Red de Casas Jóvenes”, cuya propuesta era ofrecer a los jóvenes que no estaban dentro de los liceos o Escuelas técnicas de UTU un conjunto de talleres y apoyo socioeducativo que les permitiera desarrollar un proyecto de vida y el regreso al sistema. El INAU por su parte desarrolló un proyecto educativo en el seno de la Colonia Berro, que luego pasó a implementarse en el centro de Montevideo, llamado Áreas Pedagógicas. Ambos proyectos tenían algo en común: se destinaban a trabajar con jóvenes en situación de pobreza o de derechos vulnerados. También tenían en común poner a la educación como el espacio donde se podía construir un proyecto de futuro viable para cada uno de estos jóvenes.

En el 2005 con el advenimiento del gobierno de la izquierda, ambos proyectos  inspiraron uno nuevo y diferente que se llamó Aulas Comunitarias. De ellos se tomó la participación de la Sociedad Civil y sus bases territoriales para captar y apoyar el desarrollo de los adolescentes, y la posibilidad de trabajar profesores de Educación Media en contextos no liceales.[1]

El Programa INFAMILIA-MIDES a la vez que cogestionaba e impulsaba la creación del Programa Aulas Comunitarias (PAC) en CES, apoyaba la Formación Profesional Básica (FPB) en UTU y el Programa Maestros Comunitarios en el Consejo de Educación Inicial y Primaria (CEIP). Se iniciaba el ciclo de políticas educativas ligadas a políticas sociales.

 

El Programa Aulas Comunitarias

El PAC es uno de los así llamados Programas de  Exploración Pedagógica que tiene el Consejo de Educación Secundaria para atender poblaciones estudiantiles con perfiles o necesidades específicas.  En el caso del PAC se trata de jóvenes entre 12 y 17 años que se desvincularon de la educación media sin haber aprobado primer año, o nunca registraron matriculación en ciclo básico. El Programa promueve un apoyo integral a estos adolescentes con historias de fracaso escolar y desvinculación  de la educación media, procurando su reinserción en el sistema educativo, un fortalecimiento de su autoestima y la construcción de un vínculo positivo con el aprendizaje.

Se trata de un Programa interinstitucional. Una Unidad Coordinadora formada por técnicos del CES y de MIDES coordina la marcha general del mismo. Cada Aula Comunitaria a su vez es gestionada  por una Organización de la Sociedad Civil (OSC) con experiencia en trabajo con adolescentes en situación de vulnerabilidad social, seleccionada mediante concurso público. Dichas organizaciones proveen el local y un equipo socioeducativo, y el Consejo de Secundaria provee los profesores de asignatura. A su vez MIDES aporta el apoyo de unidades técnicas, y diversos tipos de recursos. Uno de ellos es el servicio de monitoreo informático por el cual se tiene información estadística actualizada de la población del Programa, resultados académicos y de permanencia, e incluso una autoevaluación anual del mismo desde sus distintos protagonistas: equipos socioeducativos, docentes,  estudiantes.

La ubicación de las Aulas Comunitarias, – doce a comienzos del Programa en 2007,  veintiséis en su momento de máxima extensión, dieciséis en el momento actual – se ha definido según las áreas territoriales del entonces Programa Infamilia-MIDES quien para ello tomó en cuenta que se tratara de zonas con realidades de pobreza y exclusión, la relativa proximidad de escuelas primarias y centros de enseñanza secundaria, y que fueran zonas donde las estadísticas de CES detectaban altos grados de deserción entre los estudiantes de  primero.

 

Qué es lo específico del Programa (PAC)

La arquitectura interinstitucional del PAC, con un rol protagónico de la sociedad civil a través de la cogestión de las OSCs, constituye uno de los aportes más novedosos en la enseñanza estatal.

El equipo socioeducativo de la OSC aporta, entre otras cosas, su experiencia de presencia en el territorio, su moverse con relativa facilidad en el contacto con las familias, su capacidad de trabajar en redes de apoyo con otras instituciones de la zona para hacer frente a las distintas necesidades de los jóvenes, el manejo de dinámicas grupales y hasta un uso de la temporalidad más afín al que manejan los estudiantes. Es fundamental su presencia diaria durante todo el tiempo en el Aula Comunitaria y su conocimiento de la realidad cotidiana de los jóvenes, fruto de su trabajo en la zona desde distintos abordajes según el carácter propio de cada organización. Asimismo la permanencia de los equipos, que continúan a través de los años permite que actúen como memoria del acumulado de saberes y experiencias construidas en el Aula Comunitaria y en el Programa y aseguran su trasmisión a los nuevos docentes que cada año se renuevan. Todos estos elementos son clave en el éxito que a través de los años ha registrado el PAC en los objetivos que se ha trazado.

Por su parte los docentes de asignatura aportan el conocimiento de su respectiva disciplina y a su vez la lógica y experiencia del sistema liceal que, con sus limitaciones, ha logrado acercar el saber acumulado de la Humanidad a las mentes de muchas jóvenes generaciones y que ha obrado hasta tiempos recientes como un factor de cohesión social y de inclusión. Hoy desde diversas perspectivas estos mismos docentes constatan los límites de este sistema a la hora de propiciar la inclusión educativa de jóvenes de los contextos más vulnerados y muchos de ellos buscan nuevas formas para su quehacer educativo, por eso la experiencia del Aula Comunitaria les resulta un aprendizaje desafiante y promisorio a la vez.

Cada Aula Comunitaria se constituyó en una comunidad educativa que tiene como protagonista un nuevo tipo de profesional de la enseñanza que está en la frontera del ejercicio de la docencia y la educación no formal. El programa en su conjunto se propuso innovar pedagógicamente y profundizar la formación en servicio de sus docentes y educadores, con la finalidad de profundizar el sentido de la acción de cada uno de sus integrantes y con el resultado de la configuración de una identidad común a todas las Aulas.

El encuentro entre OSCs y docentes de CES da como resultado la conjunción en el Programa  de dos tradiciones educativas: la así llamada educación no formal a través del aporte de los equipos socioeducativos, y la llamada educación formal con la labor de los profesores de asignatura de CES. Este cruce es una verdadera innovación para el sistema de enseñanza pública uruguayo, ya que por mucho tiempo éste ha considerado que ofrecer igualdad de oportunidades a todos los jóvenes del país pasaba por asegurarse que la mayor cantidad posible de ellos tuviera acceso a una misma propuesta educativa donde las variaciones eran mínimas.

El enfoque socioeducativo, base teórico-práctica sobre la que se ha concebido y construido el PAC, pone la mira en la estrecha interdependencia entre las personas que se quiere educar y su contexto, los procesos y experiencias a través de las cuales se educa, y la sociedad que se quiere construir. Supone una continua retroalimentación entre realidad y horizonte hacia el que se tiende; entre personas, grupos y contextos; entre procesos y experiencias; entre lo social y  lo propiamente educativo.

Los adultos buscan aprender de los estudiantes, tomar contacto con sus saberes y habilidades forjadas en la dura realidad que les ha tocado vivir, conocer sus códigos, interactuar desde sus lenguajes. Los estudiante por su lado, motivados por una relación de respeto y acogida se van abriendo a una nueva relación con el aprendizaje reconociendo en sí mismos capacidades que creían no poseer. El conflicto, el error, los desafíos cotidianos son otras tantas oportunidades de aprender, tanto para los adolescentes como para la comunidad adulta.

Todos estos elementos constituyen un acumulado de conocimientos y estructuras mentales que se fueron consolidando y hoy están listas para ofrecer al sistema de educación media un repertorio de certezas y formas de gestionar lo vincular que constituye un original e invalorable aporte.

Hacia dónde vamos

Pero las autoridades de CES han decidido el cierre del PAC: en 2016 se cerraron 9 Aulas y en un futuro próximo se prevé el cierre de las restantes. La idea es que sean los centros liceales quienes ofrezcan propuestas capaces de atraer y retener este perfil de estudiantes.

Durante los últimos años Secundaria, a su modo, con su estilo, ha ido modificando gran parte de las prácticas que tenía en las décadas pasadas: hoy día se acepta que no puede haber único plan de estudios dentro de un centro liceal, se buscan formas de flexibilizar la estructura de convivencia dentro de los liceos. Se apuesta a centros de tiempo extendido y tiempo completo, y a la coexistencia de programas alternativos dentro de los centros tales como los planes 2009, 2012, 2013 y la recientemente creada propuesta 2016. Secundaria está promoviendo la innovación pedagógica pero sin el aporte de las OSC que han resultado ser socias tan valiosas en el trabajo con adolescentes vulnerados.

El Consejo y sus asesores han dicho que quieren integrar aprendizajes del PAC y toman elementos de esta propuesta. Sin embargo no logran visualizar el conjunto de las novedades profundas que el programa ha logrado construir en el seno del sistema de Educación Media. No consigue integrar estos aprendizajes en sus nuevas propuestas  y exige a los liceos lo que estos aún no pueden dar. Falta una discusión profunda e informada sobre el legado del PAC.

Quienes esto escribimos hemos visto pasar muchos Consejos, diversos partidos políticos, reformas y contra reformas, pero sigue habiendo un núcleo fuerte en la gestión de este sistema que lo condena una y otra vez a cometer los mismos errores: no logra integrar el acumulado de aprendizajes que él mismo ha generado.

Al Igual que Sísifo quien, eternamente condenado a fracasar en su meta cuando está a punto de alcanzarla, Educación Secundaria cierra un programa que ha demostrado ser exitoso y volverá a empezar, pero entre tanto generaciones de adolescentes al borde de la desafiliación social volverán a poblar las placitas de los barrios donde antes había un Aula Comunitaria, esperando… sin saber qué esperan.

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[1] Tal como sucedía con una “sucursal” de Áreas Pedagógicas que se había abierto en la Casa Joven del Instituto del Hombre de Paso de la Arena en el año 2001.



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