En este número queremos recordar también al poeta que revelaba su intimidad en su poesía. Allí se respira su Espiritualidad
PALABRAS
Quise decir todas las palabras
y me hicieron callar.
Y no pude decir rocío, nubes, ventarrón,
ni tormenta, ni lluvia, ni aguacero.
Y pendientes temblaron
alborada, luz, árboles, flores, prado.
Desapareció orilla,
mar, arenas, rocas, musgo.
Se me perdió
ciudad, liceo, bailes
fútbol y amigos.
Y fue irrecuperable
novia, beso, amor,
pelea, llanto, reencuentro, alegría.
Y no nombre
ni cuerpo, mano, cintura, boca, sexo.
Pero recuperé silencio,
noche, soledad, vacío,
borrachera, quizás
y maldición, o bronca, rabia, llanto.
Y descubrí venganza,
desquite, puño y arma.
Liberé entonces el sentido,
el gusto, el olfato y el oído.
Percibí algunas sombras
y hablé de actuar, hacer,
inspirar, conspirar, rebeldía, poder,
suprimí imperativos y conjugué los verbos
en todos los plurales.
Finalmente
olvidé el verbo callar
y compartí todas las palabras.
VISIÓN
Cuando quiero dominarla
la noche se opaca y calla.
Me abandono y dejo que me
lleve sumergiéndome en su seno,
y reposo en sus manos.
Mis ojos interiores se abren
a su vaporoso abrazo. No
oigo ni veo ni palpo,
ni hay mareas en mi.
La noche me acuna sin respiros.
No tiene amaneceres.
Sólo cuando mi cuerpo duerma mis
ojos se abrirán a su luz incontenible y
la veré como es.
DEVUELTO POR TU MANO
Devuelto por tu mano a tus senderos
puedo seguir seguro y sin temores
desato tantos nudos de violencia
obstáculos que impiden los amores.
Clarísima es la meta a la que aspiro
superior a mis fuerzas alcanzarla
pero tu mano firme me conduce
por la densa espesura de los años.
Mi firme decisión quiebra las dudas
las nieblas de los días, las violencias,
las miserias, las guerras, tantos odios.
Yo desparramo gestos de ternura
busco la paz, serenidad, constancia
y sé que solo soy uno entre tantos.
“Non omnis moriar…”
¿QUÉ PARTE DE MI MORIRÁ?
Mis ojos acaso cerrados ya a toda luz pero
al final del túnel veo esa y estaré vivo.
Mis pies tal vez que me ha llevado a través de las
tormentas
me han sostenido erguido y con ellos marché
a las tierras del goce y del ácido dolor
por los cuatro cantos del mundo.
Ojalá que no mueran mis manos construidas de caricias
inúmeras, ciegas
palomas tejiendo amistades tan cálidas como los veranos
que amo.
Extrañaré mis pulmones aspirando con callada alegría los
aromas del amanecer
o mis oídos apagados al canto de los pájaros en las
auroras
en que buscaba la pura luz del universo recreado.
¿Guardaré sereno y quieto el corazón que ha soportado el
peso del amor ahora
abandonará todas las luchas, los asaltos, las
manifestaciones en las calles amadas de la libertad?
¿Quedaré todo acaso en un silencio impío?
No todo moriré
dejaré un rastro de sangre y semen
de palabras gritadas y de graciosos gestos de la vida
derribando las barricadas de asesina injusticia,
los panes repartidos, las lágrimas guardadas.
Amé sin detenerme y repartí mi cuerpo en tiempos y en
espacios colectivos
abandoné la noche y vestido de luces de alborada la
derramé a puñadas.
Está bien entonces que descanse en los brazos del
silencio sin almohadas ni nidos
porque gusté el surco de tu costado.
No moriré del todo, viviré aún en ti.