Presentación de ESE HOMBRE
Juan Luis Segundo

El 6 de julio, en la Universidad Católica, se realizó un homenaje a Francisco Renart, con la presentación de la reedición de su libro Ese Hombre, que contiene la versión desgrabada de las charlas de Juan Luis Segundo. Ningún homenaje mejor para Renart que vincularlo con su admirado Juan Luis; ningún homenaje mejor para Segundo, a los veinte años de su fallecimiento, que recordarlo unido a ese fidelísimo seguidor, versadísimo conocedor y constante difusor de su pensamiento y de su obra que fue Renart.

Algunas aclaraciones

 

El libro que hoy nos ocupa, Ese Hombre, forma parte de una colección de tres obras, en la que está acompañado por Ese Dios (2006), y Ese Reino (2009). En realidad, este libro, publicado con fecha 2015, es una segunda edición -retocada, mejorada- de una primera publicación muy modesta.

En la portada, además del nombre del autor y del título, se nos dicen otros dos importantes datos: “Desgrabación de sus charlas sobre la humanidad de Jesús”. Por ellos, sabemos entonces el origen de nuestro libro -unas charlas- y su gran tema -la humanidad de Jesús-.

En un primer vistazo al índice, advertimos que la obra consta de nueve partes principales: seis de autoría de Juan Luis Segundo, dos iniciales -“Al lector” y “Presentación”- y una final: “Bibliografía sobre Juan Luis Segundo”, no de este libro.

Hecha esta esquemática presentación y antes de adentrarnos en los contenidos, vayamos a la pág. 4, en el reverso de la portada, y allí, en la primera línea, se lee: “REDACTOR: grupo de lectores de Juan Luis Segundo.” Pienso que esto de una autoría colegiada no es exacto y, por lo tanto, es del caso aclararlo, porque, además, se repite en algún otro lugar. Este libro, en su materialidad, en cuanto objeto, es obra exclusiva -o prácticamente exclusiva-, de Francisco Renart: recopilación de casetes; desgrabación; registro manuscrito en un cuaderno; pasado en limpio en computadora; notas a pie de página; ilustración de la tapa, originalmente con técnica de collage; cuadro-foto de la solapa, pintado a su pedido por uno de sus sobrinos; bibliografía, con el delicado detalle final de reconocer el trabajo de José Irureta Goyena en el Archivo Segundo. Cumplida esta precisión, podemos volver a los contenidos.

Me detendré en las advertencias iniciales  -“Al lector”- porque nos encontramos ante un libro muy singular. En ellas, se señala la dificultad planteada al intentar armonizar la espontaneidad coloquial en la que se expresaba en sus charlas Segundo con la fluidez de la escritura. Tal dificultad se convierte, a mi entender, en ventaja, ya que, en Ese Hombre  y gracias a la coloquialidad original, el pensamiento de Segundo se presenta en un lenguaje más asequible. El texto que encontramos está elaborado con oraciones breves y con una puntuación simple y clara. En los libros escritos por Segundo, en cambio, encontramos largos períodos, de fuerte complejidad, con sintaxis ciceroniana. Esto es tan así que -me animaría a decir-  antes de leer obras como La historia perdida y recuperada de Jesús de Nazareth o ¿Qué mundo? ¿Qué hombre? ¿Qué Dios?, convendría leer Ese Hombre. Renart se esforzó, sin dudas, por transformar en libro unas charlas, por pasar la oralidad a la escritura y logró su objetivo. No obstante, Ese Hombre conserva algunos rasgos de oralidad; me inclino a pensar que, en esos casos,  Renart temió forzar el pensamiento de Segundo.

También en estas advertencias al lector, importa destacar la honestidad intelectual revelada al dejar en claro que Segundo no revisó ni aprobó las desgrabaciones, así como al puntualizar que “las citas y notas al pie de página pertenecen a los redactores”. Citas y notas que, por otra parte, son de gran utilidad, porque remiten al pasaje bíblico en cuestión o aclaran aspectos contextuales oportunos. De similar utilidad resultan la numeración de los apartados y el subtítulo que los encabeza, especialmente si se piensa lo prácticos que pueden ser a la hora del estudio y de la discusión en grupos.

Volver a Jesús

Si pasamos a las palabras del Pbro. Ismael Rivas, en la “Presentación”, me parece insoslayable citar las siguientes en razón de su vigencia: “Creemos que hoy más que nunca tenemos que volver a Jesús de Nazareth, (…) para revitalizar nuestra fe y llenar de sentido nuestra lucha por una vida más plena para todos los hombres.” Y tampoco está de más una mención a la Nota 2, pág. 19, en la que se destaca el “aporte invalorable” que significaba “contar con un teólogo que apoyara una reformulación cristiana adecuada al tiempo que se vivía.” Porque lo dicho en esa nota lleva a pensar si para una pastoral renovada no sería preciso, también hoy, contar con el apoyo de una teología renovada.

Yendo al cuerpo del libro, a las palabras del propio Segundo, bajo el título “Ubicando las charlas”, encontramos una formulación sintética y anunciadora del contenido y hasta de la metodología adoptada.

Aparece en estas páginas la primera idea de Segundo, primera entre las seleccionadas para ser tenidas en cuenta esta tarde: “Jesús quiso ser conocido exactamente al revés de cómo lo conocimos nosotros.” Y se explica: Nosotros primero lo reconocimos como Dios. Él, primero quiso ser visto y tenido como un hombre cualquiera, después pasó a interesar por sus ideas, por la manera cómo se conducía en la vida y a raíz de ello concitó el entusiasmo de algunos que lo siguieron y el odio de otros que lo vieron como enemigo.

Algo más adelante, en la llamada 13, al pie de la pág. 27, donde luce el título “Preámbulo sobre ´las fuentes´”, se nos informa que esta parte del libro no corresponde a las charlas desgrabadas, sino a un cursillo que Segundo “brindó a los catequistas” de la misma parroquia (Pocitos), el mismo año 1978. En esa llamada, Renart nos dice que: “Queda a cuenta de los lectores juzgar la oportunidad de lo decidido”, es decir, la intercalación mencionada. Ustedes, cuando lean, juzgarán; en lo que a mí respecta como lector, me parece que la inclusión fue oportuna.

Del contenido de este “Preámbulo”, quisiera destacar dos pasajes. Uno, muy ilustrativo y ocurrente, es la comparación que hace JLS entre lo que nos sucede en nuestro intento de abordar el Jesús real de la historia  y lo que sucede “con la persona más conocida de nuestra historia patria: Artigas.” El segundo pasaje contiene otra de las ideas de Segundo que, me parece, debe formar parte de esa selección de sus ideas clave. Es la distinción entre la fe DE Jesús y la fe EN Jesús. Transcribo unas líneas:

Claro que una vez que sucede la muerte y la resurrección de Jesús y se forma la Iglesia, empieza a ser cada vez más importante la fe EN Jesús, es decir: Jesús es el Mesías, el Nuevo Moisés, el Hijo de Dios. Eso pasará a ser lo primero.

Entonces cuando se escriba algo sobre Jesús, su historia real va a ser interpretada y en cierto sentido “empobrecida” porque la gente dirá: “yo tengo fe EN Jesús porque es Dios” pero no tendrá la menor idea de qué propuso Jesús ni le importa saberlo. Y si sucede que se entera de lo que Jesús dijo o hizo históricamente (esa es la fe DE Jesús) seguramente se asustará y preferirá seguir creyendo EN un Jesús “en blanco”. Es así como se llega a esa pseudo fe de un Jesús en blanco.

El mensaje de Jesús

Si vamos al núcleo del libro-charlas, vemos que tiene una breve introducción y tres bloques: 1. Jesús para los judíos, 2. Jesús para los no judíos y 3. Jesús para nuestros tiempos.

En la “Introducción”,  Segundo nos adelanta sintéticamente lo que desarrollará a continuación. En unas pocas páginas nos dice cómo fue recibido Jesús por sus contemporáneos y cómo se transmitió luego su vida y sus enseñanzas a través del tiempo y del espacio.

En cuanto  a esa transmisión, plantea dos vías: la comunicación del mensaje de Jesús a comunidades de cultura judía y a comunidades de otra cultura.  Esta última vía se bifurca, a su vez, y nos habla, entonces, de lo que sucedió en el mundo heleno-romano y de cómo anunciar a Jesús en nuestro tiempo.

En la primera parte, entonces, Segundo nos dice cómo presentó Jesús su mensaje a los judíos. Esto está recogido en los evangelios -especialmente en los Sinópticos- y tiene su centro en las Bienaventuranzas. A ellas se dedica Segundo en este primer bloque y, luego de organizarlas en cinco etapas y para ahondar en su estudio, profundiza en las palabras “pobre” y “rico”.

Resulta de especial importancia la relación que establece entre “pobreza”, “pecado” e “incultura”, porque lleva a una comprensión de la primera bienaventuranza que arroja luz sobre la actitud básica del comportamiento de Jesús. Otro tanto sucede con la palabra “rico”: la enriquece semánticamente, ya que concluye que, para Jesús, los ricos no son únicamente los adinerados, sino todos los que “se desinteresan de la causa de los pobres.”

Me permito una cita a modo de cierre de su estudio de las Bienaventuranzas:

Fíjense que así como pobres y pecadores, pobreza y pecado, fueron directamente vinculados entre sí por parte de los poderosos, correspondientemente ricos y presuntamente justos, riqueza y justicia, también fueron términos que esa misma sociedad incorporó con significados equivalentes.

Y tras hablar, como decíamos,  de las Bienaventuranzas, Segundo nos sorprende presentándonos algo que, según él, “nos ayudará a continuar avanzando en su comprensión”: el pecado imperdonable… Veamos sus palabras:

Definitivamente, el pecado que Jesús tiene por imperdonable es el invocar el nombre de Dios para marginar al hombre, para oprimirlo, para deshumanizarlo. Es usar un argumento pretendiendo que la obra de Dios puede ser una obra como la del demonio, en contra del hombre, siendo así que la obra de Dios es siempre la humanización del hombre.

  

En el segundo bloque, como se dijo, Segundo trata de la transmisión del mensaje de Jesús a los no judíos, ajenos a la “experiencia pedagógica del Antiguo Testamento”, y señala a Pablo como su comunicador. Esta parte es la más extensa y la más densa. Densa, porque el pensamiento de Pablo es difícil y su estilo y su griego también son difíciles. La idea clave de todo este bloque radica en que “Pablo tomará como punto de partida al hombre mismo”, tema que sí podía ser captado, entendido por la cultura heleno-romana.

Segundo nos plantea que Pablo encara la problemática propia del ser humano, de la humanidad en cuanto tal, y que ve en el ser humano Jesús de Nazareth “una solución para los planteos humanos fundamentales.”

Si no me equivoco, Segundo sostiene, como otra de sus ideas clave, que Pablo establece los fundamentos de una antropología cristiana. Pablo construiría esa antropología desde una sumatoria de cuatro ideas muy propias: el pecado, la Ley, el plan de Dios y la fe. Ideas que contribuyen a la configuración de una concepción de la libertad, tema del cual Pablo –según Segundo-  es abanderado en el Nuevo Testamento.

Importa, aquí, tener en cuenta la advertencia de Segundo de que palabras como “pecado”, “ley”, “carne”, “espíritu”, “fe” deben ser inculturadas y, por tanto, resignificadas, “en el entorno que hoy nos toca vivir.”

Así, Segundo dice, interpretando a Pablo, que si “yo impongo mi decisión libre y corrijo, encauzo, enderezo, doy sentido a las cosas, es decir, me vuelvo libre, me humanizo, me personifico, me afirmo como ser humano hacia adentro frente a la `ley de los miembros´ y hacia fuera frente a la ´ley de los instrumentos´.” A lo cual agrego y cito:

San Pablo fue terminante cuando dijo: “…Dios, el cual dará a cada uno según sus obras.”, es decir, Dios va a juzgar a cada uno según lo que haga en uso de su libertad, no según la fe que proclame o confiese poseer.

 

Comunicar a Jesús hoy

 

En la tercera y última parte de Ese Hombre, Segundo nos plantea la necesidad de encontrar “la vía por la que haremos llegar a Jesús hasta nuestro mundo de hoy, esto es, cómo se dice a nuestra sociedad lo que los Sinópticos dijeron a los judíos sobre ese hombre Jesús y lo que Pablo dijo a los paganos sobre ese hombre Jesús.”

De esta última parte, Segundo nos aclara que solo pretende “ser un apéndice” de las dos anteriores y que lo dicho en ella no tiene otro objetivo que servir “para una ulterior y más prolija elaboración en los grupos de reflexión y demás resortes pastorales.”

Antes de terminar y apartándome un poco de la línea que he venido siguiendo, desearía manifestar mi parecer de que lo dicho por Juan Luis Segundo en sus charlas de hace unas cuatro décadas coincide plenamente con lo que nos dicen en estos momentos figuras destacadas de nuestra Iglesia, entre las cuales quiero destacar a José Antonio Pagola y a Andrés Torres Queiruga, eminentes teólogos y sensibles pastoralistas.

Y ahora sí, para terminar, retrocedamos a la página 46 y a la 47, a fin de quedarnos con el eco de unos párrafos que no tienen desperdicio:

“… evangelizar hoy es precisamente lograr que la gente vuelva a interesarse por ese hombre Jesús y hacerlo sin cambiar el correcto camino de acceso elegido por Jesús. Demostrar primero que Dios habló por él, o dar por supuesto que él es Dios, para luego informar y pedir acatamiento a lo que él ha enseñado, es invertir el orden del criterio empleado por Jesús para darse a entender.”

“La evangelización pues, supone primero calar hondo en nuestra problemática humana de hoy, y luego hurgar en la vida de Jesús para adecuar finalmente lo que él dijo o hizo, a las necesidades de nuestro tiempo.”