No se amolden al tiempo presente. Las relaciones Iglesia-sociedad en los documentos de la Conferencia Episcopal del Uruguay (1965-1985), de Pablo Debezies Antía

Los veinte años que siguieron a la finalización del Concilio Vaticano II en Uruguay constituyeron un período marcado por profundos conflictos y la reorganización del país y sus instituciones. Ello condujo a la iglesia a reposicionarse en esa sociedad convulsionada y replantear su inserción y acción pastoral.
La cita de Pablo que el autor eligió para titular la obra, No se amolden al tiempo presente, alude al difícil equilibrio en el que debieron situarse los obispos uruguayos, cuando después del Concilio decidieron, junto con toda la iglesia, apartarse de ese ya caduco paralelismo de la vida nacional en la cual vivían, para insertarse en ella con una actitud no conformista y evangélicamente crítica.
Este período vivido en fidelidad al acontecimiento conciliar un texto y espíritu, inseparablemente -al decir del autor- llevó a los obispos a transitar una apertura nueva hacia la sociedad: solidaria, consustanciada, respetuosa, crítica y constructiva. No obstante, este camino no estuvo libre de dudas, inseguridades, vacilaciones y ocasionales eclipses.
Tal es el núcleo de este trabajo, que analiza lúcidamente los documentos de la Conferencia Episcopal del período estudiado, enriquecido con un importante aporte bibliográfico, permitiendo una visión no solo de la iglesia local, sino del contexto latinoamericano -con dos conferencias clave como lo fueron Medellín y Puebla- y de la iglesia universal. El contenido de este libro fue presentado como tesis doctoral en la Facultad de Teología del Institut Catholique de París en febrero de 2007, pero recoge una tarea de investigación en la temática, que el autor viene desarrollando desde la década de los ochenta.
Confiamos que esta investigación, que desentraña al mismo tiempo un período especial de la historia del país y de la iglesia, pueda ayudar a revisar la particular relación Iglesia-sociedad que hemos vivido en nuestro país y en la comunidad eclesial. Realidad que la sigue desafiando a decidir cada día si quiere ser “una Iglesia que busca continuamente distinguirse y resguardar lo que parece darle seguridad y peso institucional o, más bien, ofrecer la contribución de su identidad por medio del acercamiento y el servicio humilde”.